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En 2008, Dumar Rueda llegó a Barranquilla en silencio y bajo la mirada crítica de una afición rojiblanca que no veía con buenos ojos su contratación. Pero fue cuestión de meses para que el buen volante santandereano se ganara con trabajo, esfuerzo y sacrifico el respeto y la admiración de esa misma hinchada, que después sufrió con su partida, a raíz de una pubalgia crónica que lo sacó del fútbol.

'Que un jugador de 35 o 36 años ponga de pie al ‘Metro’ eso es algo muy lindo. Todo lo que viví en Barranquilla fue importantísimo, porque me hacían sentir valioso a mi edad. En Junior viví el momento más bonito de mi carrera', manifestó, en diálogo con EL HERALDO.