En el hogar del porteño Carlos Bacca, las paredes interiores están pintadas de amarillo, y no es casualidad. Saber que allí creció el delantero colombiano que milita en el fútbol italiano es fácil de predecir, pues en vez de cortinas, dos banderas de Colombia, con su rostro, adornan las ventanas.
'Que entre mi hijito', se escucha tímidamente al inicio del partido. Es la voz de Eloísa Ahumada, madre de Bacca. En sus plegarias pide por la salud de todos en La Tricolor.
'Que ellos estén bien es lo más importante. Los goles llegan luego', son sus palabras, en medio de oraciones.
En la sala, un televisor es protagonista de todas las sensaciones que se pueden percibir mientras se disputa un duelo de la Selección Colombia: ansiedad, temor, alegría, gozo, orgullo.
La fe en el atacante costeño Carlos Bacca es innegociable en su hogar. 'Con Carlos en el partido, ese es otro encuentro', dice Gilberto, su padre.
Le sorprendió saber que dentro de la titular no circulaba el nombre del porteño. En su lugar José Néstor Pékerman optó por el también atlanticense Luis Fernando Muriel.
'Pensé que estaría Teo y Bacca pero con Jackson y Muriel también se hace un buen trabajo', sostuvo.
Un silencio profundo gobernó en Puerto Colombia luego del inesperado gol del chileno Arturo Vidal. Sin embargo, no tardaron mucho en encender las luces y elevar las palabras de aliento.
'¡Pónganse la camiseta que ahora entran ustedes a jugar!' exclamó con entusiasmo Bacca a los sobrinos, amigos y medios de comunicación presentes.
La exigencia correspondía en realidad, a vestirse con la camiseta de la esperanza, y así se hizo. Por eso, el premio del empate llegó por partida triple para la familia Bacca, porque en un hogar de fútbol se celebran los goles y las repeticiones con el mismo ímpetu de la primera vez.
'No fueron muchos los minutos de Carlos, pero lo importante es conseguir este empate en Chile', es la consigna de la familia.
Ahora, al atacante porteño no solo le espera una nueva oportunidad en el duelo del próximo martes ante Argentina, en Barranquilla, sino también aquella sopa de lentejas y arroz blanco que tanto disfruta, la cual prepara su madre.
'Al día siguiente viajaremos todos para acompañarlo a Italia. Ya mandamos a hacer una nueva bandera', cuenta con orgullo Eloísa.