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Las apariencias engañaron. No intimidaba, no impresionaba. Andy Murray era un flaco desgarbado, dentón, con extremidades largas y serio, muy serio. No metía miedo. A simple vista no lucía como un oponente virtuoso, pero en realidad, a la hora de pisar la cancha, se transformaba en un tenista duro de ganar y respondía a todas las bolas con gran solvencia. No daba una por perdida. Estiraba toda su humanidad y la raqueta devolvía la redonda verde.

Detrás de aquel cuerpo endeble y que se mostraba sin fuerzas se escondía un temperamento recio, impetuoso, tenaz, un espíritu de lucha que solo tienen los grandes deportistas.

Murray lo era y lo es hoy en día. Hace 14 años cuando piso suelo barranquillero para afrontar el Mundial Juvenil de Tenis en las canchas de polvo de ladrillo del Country Club, y ahora cuando ostenta, nada más y nada menos, que el primer lugar del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).

En el 2003, cuando pasaba inadvertido por las canchas del Country y nadie apostaba un peso por él, se coronó campeón del Mundial.

'No mostraba nada, nadie lo tenía como favorito, no tenía un golpe explosivo, pero corría mucho en la cancha y no erraba nada, era muy seguro', cuenta el director técnico de la Liga de Tenis del Atlántico, el argentino Antonio Cordonnier.

El entrenador gaucho recuerda que la gente empezó a hablar de Murray el día que avanzó a la final. Mientras el partido de semifinal entre los brasileños Leonardo Kirche y Bruno Rosa se robaba el show en la cancha principal del Country, en la número 2, el escocés conseguía la clasificación sin bombos ni platillos.

'El juegazo entre los brasileños fue para Kirche y todos decían que él sería el campeón fácil porque Murray, supuestamente, no era rival para él, pero en la final fue el ganador y demostró sus condiciones', manifestó Cordonnier.

Años después de su paso por Barranquilla, se comenzaron a escuchar noticias sobre Murray como tenista profesional. El joven británico empezó a ascender posiciones y el 16 de agosto de 2006 se volvió más mediático tras vencer al número uno del tenis mundial de aquel momento, el suizo Roger Federer.

El domingo pasado perdió la final del Torneo de Doha ante el exnúmero uno, ahora segundo, el serbio Novak Djokovic, pero Murray sigue siendo el rey del ranking.

Andy, que en sus inicios en el tenis tuvo de entrenador en España al colombiano William ‘Pato’ Álvarez, es uno de los tantos ejemplos de gigantes que han dejado huella en el Mundial Juvenil de Tenis que este año llega a su trigésima cuarta edición. Uno de los más recientes, porque es larga la lista de monstruos que han pasado por el Country.

El brasileño Gustavo ‘Guga’ Kuerten, tres veces campeón del Roland Garros (1997, 2000 y 2001) y número uno en el año 2000, se alzó con el máximo galardón de la competencia currambera en 1993.

También han pisado las canchas de polvo de ladrillo del Country Club jugadores de la talla de los chilenos Marcelo ‘El Chino’ Ríos (1992), quien igualmente fue primer lugar en el escalafón de la ATP; Nicolás Massú (1996) y Fernando González (1996). Estos últimos conformaron la pareja que ganó medalla de oro en la modalidad de dobles en los Juegos Olímpicos de Atenas.

Así mismo el peruano Jaime Ysaga (1984), los argentinos Mariano Puerta, Juan Ignacio Chela, Franco Squillari y Agustín Calleri (1994), el austríaco Thomas Muster (primer campeón en 1984), el estadounidense Jim Courier (1987), el sudafricano Wayne Ferreira (campeón en 1989), el español Félix Mantilla (1992), el francés Sebastien Grosjean (campeón de dobles en 1995), el inglés Tin Henman (subcampeón de dobles en 1992), el croata Goran Ivanisevic (finalista aquí en 1987 y campeón del Wimbledon en 2001), los colombianos Mauricio Hadad (subcampeón de dobles en 1989), Alejandro Falla (primer tenista nacional en obtener el título, 2001) y Santiago Giraldo (2005). El austríaco Dominic Thiem, actual número ocho del mundo, fue campeón en 2010.

Entre las damas, de igual forma, la constelación de estrellas es numerosa: la checa Janna Novotna, las argentinas Patricia Tarabini y Mariana Pérez Roldán, la belga Yanina Wickmayer y la puertorriqueña Mónica Puig, entre otras. Esta última es la número 32 del ranking WTA y fue medalla de oro en los Olímpicos de Río.