Compartir:

La emoción de Bismarks Elías Santiago Pitalúa es evidente. En medio de sus labores como profesor de educación física del Colegio San José, recibe felicitaciones de sus compañeros, de sus alumnos, de los trabajadores. Saludo aquí, abrazo allá. Casi todos los que se encuentra en su andar, le levantan el pulgar mientras contesta las mil y una llamadas que recibe en su teléfono celular, con más palabras de congratulación y varias solicitudes de entrevista. 

Es un viernes distinto para este barranquillero que el próximo 16 de octubre llegará a 31 años de edad, es el día después de una gran noticia para él, para su familia, para sus amigos y para el arbitraje del Atlántico: su inclusión en la lista de árbitros Fifa de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), una categoría a la que no llegaba un réferi barranquillero desde hace 29 años, en los tiempos en que Jesús ‘Chucho’ Díaz, siendo uno de los mejores silbatos del mundo, decidió retirarse tras presenciar en Medellín el asesinato de su compañero y amigo, el pito bolivarense Álvaro Ortega (ver recuadro). 

Por eso las sonrisas, los elogios, el indisimulable orgullo de Bismarks Santiago. Después de atravesar un 'camino largo y difícil', como el mismo afirma, ha llegado a una de las metas que se propuso cuando decidió seguir los pasos a su papá, Ramón Santiago, un árbitro de fútbol aficionado que desde chico lo fue metiendo en el cuento.

'Esto hacía parte de mis expectativas en esta profesión, siempre soñé con ser árbitro internacional, sabía que venía haciendo las cosas bien. Me hubiera gustado que fuese antes, pero todo se dio en el tiempo de Dios', dice con una felicidad mesurada.

Sus comienzos

En 2002, cuando Brasil estaba en el trono del fútbol mundial y todos los jóvenes anhelaban convertirse en Cafú, Roberto Carlos, Kaká, Rivaldo, Ronaldinho o Ronaldo, Bismarks estaba más pendiente del italiano Pierluigi Collina, el mejor juez central de ese entonces en todo el planeta. 

En aquel año mundialista (Japón y Corea-2002), con solo 15 años de edad, se vistió de negro, se guardó dos tarjetas en el bolsillo de la camiseta, cuadró el cronómetro en su brazo izquierdo, se colgó un silbato, se persignó y entró a la cancha para impartir justicia. Un partido de los Juegos Intercolegiados de Soledad, en la cancha Porvenir, fue su primer desafío y le quedó gustando más allá de alguna ‘mentada de madre’ que le llovió desde la gradería.

Desde que era un quinceañero, Bismarks, como el barco de guerra alemán de donde su padre tomó su nombre (‘Bismarck’), se puso una coraza para que le rebotara cualquier insulto o agravio de los que suelen disparar desde la tribuna en medio de la efervescencia de un partido.

'La verdad, yo no presto atención a nada de eso, mi mamá tampoco, lo tomamos como algo que hace parte del arbitraje', apunta el barranquillero de 1,75 centímetros de estatura y 71 kilogramos de peso.

Ya no se acuerda cuánto le pagaron por esa primera vez ('como 10 mil pesos, jejeje'), lo que sí tiene claro es que a partir de ahí se fue acrecentando su pasión por las normas y la autoridad dentro del terreno de juego.

'Lo que más recuerdo de ese primer partido es que ese día no tenía tacos y el compromiso era a las 8 a.m. Mi mamá y yo madrugamos para que me compraran los zapatos. Yo quería estrenar para verme bien presentado, eso es algo que tengo en cuenta desde el primer día', rememora.

Tiene más metas

Sus padres, Ramón Santiago y Nubia Pitalúa, siempre estuvieron orgullosos con el camino elegido por el menor de sus tres hijos, que alternaba el mostrar tarjetas amarillas y rojas con sus estudios de licenciatura de educación física en la Universidad del Atlántico. 

'He tenido el apoyo incondicional de ellos y de todos en mi familia. Es que me gusta mucho lo que hago. Además era una entrada económica que empecé a tener. En el Colegio San José, donde ya tengo nueve años, también me han respaldado en absolutamente todo. Realmente son muchas personas que me han ayudado mucho en mi carrera, no quiero dejar de nombrar a alguna. Les agradezco eternamente', expresa Bismarks, que recalca que ahora que tiene la escarapela Fifa, no se le subirán los humos a la cabeza y no se conformará, buscará mucho más. 

'Mi sueño es un Mundial, es el de todo árbitro, soy consciente que no es de la noche a la mañana, tengo que consolidarme como árbitro internacional, pitar en torneos sudamericanos sub-15, sub-17. Es un proceso a largo plazo', admite el silbato barranquillero, teniendo claro su reto de ahora en adelante.

'Esta escarapela es prestada, me la dan por un año, depende de mis actuaciones poder mantenerla por mucho más tiempo', reconoce. 

Bismark se crió en el barrio Soledad 2.000, pero ahora vive en Costa Hermosa, en la misma tierra soledeña, junto a su esposa, Alexandra Álvarez, y sus dos retoños, Zarick Valentina, de 4 años, y Ana Sofía, de 2.

Admirador del réferi antioqueño Wílmar Roldán, el nuevo árbitro Fifa de Colombia tiene 70 partidos en la Primera B y 40 en la Liga. Hoy, a las 5:30 p.m., en Rionegro, dirigirá uno más, Águilas vs. Leones. Será el comienzo hacia el objetivo mundialista que se ha trazado.

Consejos de ‘Chucho’ Díaz

Jesús Díaz, el último árbitro Fifa barranquillero antes del nombramiento de Bismarks Santiago como tal el jueves pasado, destacó las condiciones del silbato local. 

'Ha mejorado bastante su parte física, estaba un poco pasadito, pero trabajó mucho en eso y ya está bien. En la parte teórica y en la parte técnica también ha mejorado. Va muy bien. Ahora tiene que mantenerse en el panel porque últimamente han llegado muchos y luego los sacan', dijo Díaz. 'No debe mirar por encima del hombro a los demás porque ya tiene escarapela Fifa, debe seguir siendo humilde', agregó.