No se sonroja. No hay arrepentimientos. Pablo Huguet, exlateral izquierdo que tuvo la difícil misión de marcar a Othon Dacunha en los inolvidables clásicos costeños entre Unión Magdalena y Junior en los 60 y 70, confiesa que la única forma para tratar de controlar al puntero brasileño era con pierna fuerte.
'Esos duelos eran capítulo aparte, el partido era uno y Dacunha y yo, otro, él a driblarme, llevarme y hacerme morisquetas, y yo a no dejarme hacer nada. Como él tenía más técnica que yo, me tocaba recurrir a la fuerza y me tocaba a darle sus 'botinazos', eso era lo que no aceptaba el público, a la vieja 'Pau' (su madre) me la mentaban y me la volteaban en Barranquilla', recuerda Huguet, en medio del homenaje organizado a Dacunha en la cancha del barrio Simón Bolívar.
Ya con canas encima y andar cansino, Huguet puede sentarse al lado del carioca y estrechar su mano, abrazarlo. Todo lo demás se quedó en la cancha, en los recuerdos, en las canilleras, en las piernas hábiles de Dacunha. En aquellos tiempos que le escondía el balón por la banda derecha, el defensor samario sí lo quería destrozar.
'Dacunha era guapo y trataba de defenderse, pero como era muy dominador de bola y se concentraba en eso, yo lo agarraba y ¡pum! Sin embargo, no era cobarde o me corría, iba para adelante', agrega.
Pablo Huguet está seguro que 'en el fútbol colombiano no hay un jugador como Dacunha' y ve difícil que pueda surgir uno igual en el mundo. 'Es que ya no se juega con punteros como antes', puntualiza.