No hubo fútbol ni ganas ni nada. Junior sucumbió en su intento de avanzar a la semifinal de la Copa Sudamericana al caer 3-0 ante Chapecoense de Brasil, esta noche en el estadio Arena Condá, de Chapecó, en el juego de vuelta de cuartos de final.
‘El Tiburón’, en medio de un fuerte aguacero, se mostró sin dientes, sin carácter, sin fuerza, sin toque, sin fútbol, sin alma.
Chapecoense lo arrolló desde el primero hasta el último minuto. No tuvo respiro el equipo rojiblanco, incapaz de sacar algo de amor propio y jerarquía para, por lo menos, dar la batalla en el juego. Se vio inmensamente inferior a un equipo brasileño sin ‘jogo bonito’, pero con energía, con agresividad, con temperamento, con vigor, con todo lo que brilló por su ausencia entre los dirigidos por Giovanni Hernández.
Junior hizo el ridículo en el gramado del estadio repleto de Chapecó y no encajó más goles por Sebastián Viera, por los palos y por los charcos que se formaron en la cancha.
El deficiente partido de los pupilos de Giovanni se resume en el número de opciones ofensivas que generaron en el arco rival: una. Solo un cabezazo de Clemente Palacios tuvo cara de gol. De resto, prácticamente no se le vio el rostro al arquero anfitrión.
El primer tiempo fue fatal para Junior. No lograba dar más de tres pases seguidos. Chapecoense, que salió con el cuchillo en la boca a arrasar al cuadro colombiano, presionaba y recuperaba rápido.
La cancha mojada, en medio del fuerte aguacero que caía sobre Chapecó, solo afectaba a los tiburones. Los brasileños sí se movían como pez en el agua e inclinaban la cancha hacia el arco de Sebastián Viera, primero a través de constantes tiros de esquina y luego con centros de costado.
La escuadra local supo explotar las grietas defensivas de Junior por los costados, su pasiva marca en el medio y el escaso apoyo de los hombres de ataque. Una doble atajada milagrosa de Viera y un tiro en el horizontal habían sido el presagio de lo que vino minutos después en la etapa inicial.
Tanto va el agua al cántaro hasta que por fin se rompe. La insistencia brasileña tuvo su premio al minuto 35. Ananías aprovechó uno de los muchos centros que enviaron desde el desguarnecido costado que le correspondía marcar a Iván Vélez y descorchó el marcador.
Chapecoense, viendo que Junior no reaccionaba y se mantenía totalmente sometido, sin el fútbol y el carácter para sacudirse, no sacó el pie del acelerador y ocho minutos después ya estaba festejando el segundo gol y la remontada parcial de la serie.
Viera, uno de los pocos jugadores rojiblancos que se mostraba firme, soltó una pelota en un tiro de esquina y el rebote lo tomó Gil para marcar. Su remate rasante se desvió un poco en la pierna de Roberto Ovelar, en su principal aparición en el primer tiempo.
El segundo período fue más de lo mismo. Junior contra las cuerdas y Chapecoense golpeando a su antojo, con escasa resistencia del contrario, sin moretones.
William Thiego, de cabeza, anotó el tercero y sepultó aún más al Junior, que expedía olor a formol desde el mismo primer tiempo en el que deambulaba sin brújula, sin libreto, sin alma.