Ningún jugador de Junior quiso dar la cara tras la vergonzosa derrota 3-0 ante Chapecoense, esta noche en el estadio Arena Condá. Todos los jugadores se retiraron tristes y cabizbajos directo al camerino. Gambeta a los micrófonos y a las cámaras. Nadie quería hablar, no había ánimos ni mucho que decir en medio de la amargura de un rotundo fracaso.
Los rojiblancos integraron un equipo sin alma que naufragó en una cancha mojada. Lejos estuvo de pisar la semifinal e igualar la mejor actuación de la historia de los Tiburones en torneos internacionales (la semifinal de la Copa Libertadores de 1994).
No hubo fútbol ni temperamento para siquiera rozar lo que lograron Carlos Valderrama, Iván Valenciano, Víctor Pacheco y otros jugadores de calidad y carácter.
El equipo debe llegar este jueves a Barranquilla después de la decepción en Brasil.
El sábado se enfrentará al Envigado, por la décimo tercera jornada de la Liga Águila II, donde ya no tiene opciones realistas de clasificación. Ya veremos si acá acceden a dar entrevistas.