Sentado en una mecedora de madera, en la terraza de su casa, Fredy Montero ve pasar los buses que llegan de Barranquilla a Campo de la Cruz. También observa a chicos en bicicleta y a otros dándole patadas a un balón. Esta última imagen lo hace recordar su niñez. En ese mismo pavimento, comenzó a construir su sueño como futbolista profesional.
Con 29 años, Fredy no se olvida de los dos palos de mango a los que le hacía goles, esos eran sus arcos. Ahí en su tierra natal comenzaron sus celebraciones.
Montero es arropado en estos días por su papá, mamá, primos, tíos y su abuelo Osvaldo Muñoz, quien tiene frescos los recuerdos: 'Aquí pasaba pateando bola y detrás de mí'.
La felicidad de Fredy se nota en su rostro. Ha alcanzado grandes sueños y va por más. Está tranquilo y contento en China, pero su abuelo ya le hizo un pedido especial en medio de risas: 'Quiero verlo jugando en el Junior'.
Fredy, que le abrió las puertas de su casa a EL HERALDO, reveló que esa posibilidad de jugar en el Tiburón ahora es más viable.