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Luego de 23 largos años, Junior vuelve a ser semifinalista continental… y nuevamente de la mano de Julio Comesaña. Esta vez lo es en la Copa Sudamericana, dejando en el camino a un Sport Recife sin armas ni argumentos futbolísticos para inquietar al ‘Tiburón’, superior en toda la llave de cuartos de final, a pesar del empate de este jueves 0-0.

Los rojiblancos hicieron la tarea en Brasil, trayéndose un valioso triunfo 2-0. Anoche era cuestión de darle manejo a ese resultado, para asegurar la clasificación, que de antemano ya estaba prácticamente en el bolsillo.

Quizá no fue la mejor presentación. Quizá la versión rojiblanca que se vio en el ‘Coloso de la Ciudadela’ no llenó la retina ni las expectativas de la exigente afición currambera, pero se logró el objetivo pactado, y eso es lo que realmente hay que valorar. Luego vendrán los juicios de valor y los aspectos a corregir, necesarios para seguir soñando con el título continental.

Hoy el ‘Tiburón’ está mucho más cerca de la otra mitad de la gloria, esa que solo podrá palpar, si supera al histórico Flamengo de Reinaldo Rueda, Gustavo Cuéllar y compañía, su próximo escollo en la fase semifinal del segundo torneo de clubes más importante de Sudamérica.

La calurosa noche barranquillera fue testigo del gran logro conseguido por los dirigidos por Julio Comesaña. Junior ayer fue un equipo tranquilo, que antepuso el orden y el equilibrio al espectáculo. Quiso marcar diferencia, con el estilo que lo identifica, pero no tuvo ni la suerte ni la claridad, ni la inspiración de otras noches.

Sufrió un corto circuito ofensivo que no le permitió vulnerar el arco brasileño, especialmente adelante, donde Teo y Chará no lograron redondear un partido aceptable, contagiando a sus compañeros en el centro del campo.

De entrada el cuadro barranquillero intentó imponer condiciones, fiel a su filosofía, pero se encontró a un Sport Recife que no vino a especular. Los brasileño, sabiendo de sus limitaciones y conscientes de la superioridad del rival, se encerraron en su campo, esperando la oportunidad de hacer daño. Oportunidad que nunca llegó, porque los ‘Leones’ poco o nada hicieron en ataque.

El partido fue monótono y aburrido, pero al final eso solo quedó como una simple anécdota, porque la alegría de la clasificación echó al saco del olvido cualquier tipo de crítica. Y es que no todos los días se es semifinalista continental. Lo demás es historia.