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Sobraron pólvora y cerveza. Las afueras del estadio Arena da Baixada fueron inundados por un río de licor y una imparable lluvia de voladores. ¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! ¡Boom! Parecía un campo de guerra. Desde las 2 de la tarde comenzaron a llegar los hinchas del Atlético Paranaense y se tomaron los alrededores del escenario futbolero antes del partido de la final de la Copa Sudamericana ante Junior. 

Numerosos grupos, de todas las edades, se instalaron en bares, en bordillos, calles y en el parque contiguo a la casa del ‘Furacao’. '¡Atléticoooo! ¡Atlético tu papá!', gritaban algunos aficionados al notar la presencia de periodistas colombianos, haciendo alusión al tradicional eslogan de Junior.

'¡Furacao! ¡Furacao!', decían repletos de orgullo. Algunos en sus cinco sentidos, otros bastante animados por los tragos cerveceros. Los seguidores rojinegros se desgañitaban entonando coros a favor de su equipo.

Asados, venta de refrescos, de bebidas embriagantes, de camisetas y de souvenires del Paranaense se tomaron las zonas aledañas al Arena da Braixada.

Una verdadera fiesta que hacía presagiar el ambiente con el que se iban a encontrar los Tiburones. 

Los brasileños llegaban a en masa a medida que transcurrían lios minutos, pero la mayoría se quedaba afuera en medio del carnaval. La cantidad de pólvora que se encendió es incalculable. Sonaba un tote o tiro de mecha cada tres segundos.

Los fanáticos del ‘Huracán’ estuvieron incontrolables con las detonaciones y así, tiro tras tiro, esperaron la llegada del bus del Atlético Paranaense.  

La efervescencia rojinegra se veía adornada con la belleza de las mujeres de Curitiba, que acudieron masivamente al estadio. Ellas también sacaban pecho y gritaban orgullosa en favor del equipo anfitrión. 'Hoy (ayer) ganamos 3-0, lo siento por los colombianos', dijo Flavia, una rubia brasileña de 25 años de edad.