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Hubo más transpiración que inspiración, más frustración que satisfacción. Matías Fernández no deleitó. No brilló Teófilo Gutiérrez. Fabián Sambueza no se lució. Luis Díaz no se llevó los aplausos. Lamentablemente ninguno de los ases de la ofensiva de Junior logró tragarse la cancha. El show se lo robó un tal Ricardo García Becerra, el árbitro central que apenas a los 5 minutos de juego dejó a los rojiblancos con diez jugadores tras expulsar a Enrique Serje por razones desconocidas. Por lo menos no se vieron a simple vista en la tribuna del estadio.

Los Tiburones, que para colmo de males no aprovecharon un penalti que pudo abrir el marcador (Martínez se lo atajó a Narváez), se descontrolaron, perdieron la brújula de su estilo de juego y resignaron dos puntos en casa en la séptima fecha de la Liga.

La figura de los primeros 45 minutos fue García Becerra. Los aficionados, que llegaron en aceptable número al estadio Roberto Meléndez con la ilusión de ver en todo su esplendor a Sambueza, Fernández, Díaz y Teófilo, tuvieron que padecer las precipitadas y desacertadas decisiones del juez central. Parecía un novato inexperto y nervioso.

A los 5 minutos, el réferi santandereano le restó posibilidades de espectáculo al juego al dejar con diez hombres a los Tiburones con una expulsión extraña, en la que no se notó claramente qué fue lo que hizo merecedor a Serje de la tarjeta roja. Inicialmente, el árbitro sacó un cartón amarillo por una falta contra George Sanders, pero a los pocos segundos, antes de reanudarse el encuentro, García Becerra llamó al mediocampista atlanticense y le dejó ver la roja directa.