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Los narradores pudieron ejercitar sus gargantas. Los aficionados desahogaron su emoción reprimida. El estadio Roberto Meléndez emitió de nuevo un rugido internacional. Junior por fin pudo anotar su primer gol y festejar su primera victoria en la Copa Libertadores 2019, anoche en la penúltima jornada del Grupo F. El cuadro rojiblanco, con un golazo de cabeza de Michael Rangel en el minuto 12, dio en el blanco y quedó con posibilidades de conseguir el premio de consolación tras su eliminación prematura del principal torneo continental: el tiquete a la Copa Sudamericana. Deberá vencer al Melgar de Perú (que ayer cayó 4-0 ante Palmeiras) en la última fecha en Barranquilla (el 8 de mayo a las 7:30 p.m.).  

Junior, que acumula seis jornadas empatando (tres sin anotar gol) en la Liga, salió enérgico y con un poco de mayor agresividad de lo habitual en los anteriores partidos de la Copa Libertadores. Eran claros los deseos de acabar la sequía de goles y triunfo.

Teófilo Gutiérrez, que jugó detrás de Michael Rangel, una de las modificaciones que implementó Luis Fernando Suárez (que por fin se animó a tratar de buscar otras alternativas para llegar al gol), se mostraba como el guía ofensivo, impetuoso y un poco más fino que en las recientes fechas de la Liga.

Víctor Cantillo y Luis Díaz, que estaban bajo la motivadora mirada del técnico de la Selección Colombia, Carlos Queiroz, y el propio Rangel también lucían afinados y prestos a descifrar la ruta hacia la red. En medio de ese buen comienzo, el gol se hizo presente a través del delantero santandereano, en su especialidad, el juego aéreo.

Rangel se levantó, como en sus mejores momentos en Bucaramanga y Millonarios, sacó el frentazo, le dio dirección al esférico y facturó en las piolas el efectivo centro de Marlon Piedrahíta. Fernando Monetti ni se esforzó tratando de evitar el primer gol de los Tiburones en esta edición de la competencia internacional. Le resultaba difícil y quedó inmóvil.

Después del gol, Junior bajó la intensidad y el ritmo con el cual había planteado el juego. Se echó atrás y revivió ese toque-toque estéril entre volantes de marca, defensas y laterales que tantas amarguras le ha generado. 

Germán Gutiérrez protagonizó tres entregas erradas que pudieron dejar mal parado al equipo. El bajón local fue entusiasmando al visitante que se acercó en tres oportunidades al empate, dos veces con Andrés Rentería y en una, la más riesgosa, con un remate de Reniero que Narváez salvó con un cabezazo en la raya.

El partido, que había iniciado movido, cayó en una lucha sin vistosidad y sin grandes emociones.

En el segundo período, en los primeros minutos, Junior recuperó algo de su intención e iniciativa ofensiva. Sin embargo, no había profundidad ni claridad. Luis Díaz desperdició la oportunidad de anotar más nítida en un mano a mano en el que salió airoso el arquero Monetti. 

El club argentino tampoco metía mucho miedo en ataque y no generaba aproximaciones de alto riesgo. El duelo decayó en su nivel y en general fue más garra que fútbol. Solo Nahuel Barrios, un jugador tan o más pequeño de estatura que Vladimir Hernández, le agregó un poco de pimienta al ataque rival y produjo uno que otro acercamiento, aunque sin posibilidad inminente de gol.

Suárez mandó a la cancha a Leonardo Pico en lugar de Teófilo, que jugó su partido más aceptable en el último tiempo, a Daniel Moreno por Rangel y a Enrique Serje por Narváez. El DT reforzó la marca y el equipo se dedicó a custodiar la ventaja. Moreno, que ingresó por Rangel, no aprovechó un contragolpe que armó Díaz. 

No alegraron mucho las sustituciones en la tribuna, pero, al final de cuentas, se mantuvo la esperanza de clasificar a la Copa Sudamericana y se pudo cantar victoria y desahogar ese grito que estaba atragantado: '¡Gooooooolllll! ¡Por fin ganamos!'. 

Minuto a minuto