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Todos estaban emocionados. Desde el alcalde Alejandro Char hasta los operarios del aeropuerto de carga. Ahí eran esperados con ansiedad los jugadores de Junior que el miércoles se coronaron bicampeones de la Liga al vencer al Deportivo Pasto 5-4 en definición por tiros desde el punto penal, luego de caer 1-0 durante los 90 minutos en el estadio El Campín, de Bogotá. La primera autoridad del Distrito, hincha empedernido y miembro de la familia propietaria del club, llegó justo cuando el avión de Avianca, que trasladaba a los rojiblancos desde la capital, aterrizaba en la pista del aeropuerto Ernesto Cortissoz, a las 11 a.m. de este jueves.

Mientras los futbolistas descendían de la aeronave y pasaban a un bus que los transportaría hasta el aeropuerto de carga, donde se encontraba parqueado el carro de bomberos que los pasearía por las calles del sur de la ciudad hasta llegar al estadio Metropolitano Roberto Meléndez, un numeroso grupo de hinchas con banderas, pitos, tambores, gorras, camisetas, bufandas y todo tipo de accesorios alusivos al cuadro rojiblanco, esperaban afuera en medio del más despiadado y desesperante calor. Rayos de sol que latigaban la piel y que sofocaban al más fresco y relajado.

Pero nada de eso importó. Con fidelidad y devoción, los junioristas se mantenían firmes para tributar una bienvenida triunfal a sus ídolos. Había gente de todas las edades. El veterano pensionado con abdomen pronunciado que tenía un viejo radio pegado en la oreja, y el chico millennial, flaco y desgarbado, que dividía su mirada entre lo que había a su alrededor y el teléfono celular. Pero también se veían ancianos, cuarentones, jóvenes, adolescentes, niños y hasta bebés. Hinchas tiburones de diversas edades y de distintos tipos.

'¡Junior! ¡Junior! ¡Junior! ¡Junior! ¡Junior!', gritaba al unísono la multitud. Pero el cántico que entusiasmaba y hacía saltar a la totalidad de los presentes era uno que comenzaba más o menos así: 'Poron pon pon, Poron pon pon, el que no salte es un…'.

En medio del jolgorio y la algarabía de los fanáticos, a las 11:23 a.m. por fin arribó el bus con los jugadores y la histeria estalló. El trofeo de la Liga se asomó por la puerta y se lo llevaron directamente a Alejandro Char en el carro de bomberos. Poco a poco los héroes de la novena estrella de Junior, encabezados por los capitanes Sebastián Viera y Teófilo Gutiérrez, empezaron a descender y a través de un camino conformado por los trabajadores del terminal aéreo, se dirigieron al automotor que se usa para extinguir incendios y para ‘prender’ celebraciones como la que merecían los gladiadores rojiblancos.