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¡Partidazo! Con esa palabra se puede definir todo lo ocurrido la noche de este domingo en el gramado del estadio Atanasio Girardot de Medellín, entre un Junior serio, guerrero y con personalidad y un Nacional que fue de menos a más, renaciendo entre las cenizas para rescatar un punto (2-2), cuando todo parecía sentenciado para ellos.

Duelo de titanes, de dos históricos, de dos equipos grandes armados para pelear y ganar. Ninguno se escondió, nadie se guardó nada, todos dejaron hasta la última gota de sudor en el campo para brindar un lindo espectáculo en el máximo escenario de los antioqueño, lleno y vestido de verde.

De entrada el ‘Tiburón’ avisó con Cetré, para luego poner a saltar de la emoción a sus hinchas con el golazo de Piedrahíta. Exquisita jugada colectiva, que culminó el lateral antioqueño con un ‘misil’ cruzado que ni siquiera logró ver el arquero José Fernando Cuadrado.

Junior jugaba a lo grande de la mano de un Teo inspirado en modo ‘director de orquesta’. Nacional carecía de claridad y veía cómo el rival no lo dejaba pensar. La única fórmula de gol del local fueron los pelotazos al área, buscando un gol por la vía aérea, pero ayer el ‘Tiburón’ se portó bien en las alturas.

Comenzado la segunda parte llegó el segundo golpe al orgullo paisa, con el tanto de Cantillo. Otro ‘teledirigido’ que infló la red, ante las caras atónitas de todos los jugadores e hinchas verdolagas. ¡Golazo con letra mayúscula!

Pero el 2-0 en lugar de tumbar al verde antioqueño, le dio fuerza, tocó su orgullo, lo invitó a pelear, metiendo a un Junior desgastado en su campo. Osorio movió sus fichas y los que ingresaron le dieron las respuestas que buscaba. Daniel Muñoz descontó y Vladimir Hernández anotó el empate definitivo, en una noche que reivindica el fútbol.

Empate emocionante, que deja varias lecturas, unas positivas y otras negativas, pero que también deja un leve sabor amargo por lo que pudo ser y no fue.