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La Arenosa vivió un domingo diferente. Desde temprano, los alrededores del estadio Metropolitano Roberto Meléndez vivían su propio partido. Bajo el caluroso sol representativo de la ciudad, comerciantes abrieron sus locales para ofrecer desde camisetas hasta banderas del cuadro Tiburón a las personas de a pie y otros que se movilizaban en moto. Muchos buscaban la ‘pinta’ necesaria para estar en sintonía con la gran final de la Liga Águila II entre Junior de Barranquilla y América de Cali.

Gustavo Cortés es de esos hinchas que alientan al conjunto barranquillero desde que despiertan. Con corneta en mano, haciéndola sonar cada vez que sus pulmones recobraban el aliento, y vestido con los colores rojiblancos desde los pies hasta la cabeza, celebraba con cada uno de los transeúntes.

'Soy hincha fiel de los Tiburones. Me gusta esta ciudad y su gente porque apoyan a su equipo en todo momento. A punta de pescado y camarón hice mis ahorros para alentar desde el estadio', comentó Cortés, quien se trasladó desde Tolú, su lugar natal, para ver el encuentro entre rojiblancos y escarlatas.

Mientras esperaba a su primo para salir a almorzar y luego regresar al Metropolitano, Cortés destacó: 'Junior me identifica como buen costeño'. Su anhelo juniorista es 'ser enterrado con la bandera de mi equipo', eso cuando su corazón deje de latir.

Cruzando la calle, estaderos y plazas de comidas recibían a otros ‘religiosos’ del fútbol que estarían presentes en el estadio. Muchos merodeaban por el emblemático escenario a la espera de la apertura de sus puertas y vivir el inicio de un 'carnaval' anticipado.

La tarde iba cayendo, la ansiedad combinada con alegría se reflejaba en las caras de los asistentes. En diferentes puntos de la Puerta de Oro solo se escuchaba un tema: 'Vamos por el tricampeonato'.

La alegría no solo se vivió en el estadio

Antes que rodara la pelota en el primer episodio de la final, el norte y el sur de la ciudad tenía 'su fiesta montada'. En casas, edificios y discotecas resonaban cada una de las canciones representativas del equipo barranquillero.

Como en el año 1993, y aunque esta vez lo vive desde un estadero, Robín Ibarra recordó aquel partido que significó la tercera estrella de los tiburones. 'Estuve en el estadio esa noche. Como todo partido del Junior lo sufrimos hasta el final. Esta es otra historia y ojalá salgamos vencedores', comentó mientras lucía su marimonda rojiblanca.