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Está vivito y goleando. Parecía que agonizaba, ya hasta lo daban por muerto, pocos apostaban cinco centavos por una victoria de Junior ante Independiente del Valle, el equipo que muchos consideraban el mejor de toda la Copa Libertadores. Por lo menos eso decía su puntaje perfecto y la valla en cero que ostentaba. Pero, contra todos los pronósticos, los Tiburones sacaron su casta, mostraron sus dientes y mordieron un triunfazo 4-1 que alimenta sus esperanzas de clasificar a la segunda ronda y los mantiene en pie de lucha en el duro Grupo A, donde Flamengo, actual campeón del torneo continental, se recuperó venciendo 2-1 al Barcelona de Ecuador, en Guayaquil.

Los primeros minutos le dieron la razón a los que estaban pesimistas. El conjunto ecuatoriano se apoderó del balón e hizo gala de su toque ante la mirada casi reverencial del anfitrión, que, no obstante, estuvo a punto de abrir el marcador en un saque largo de Sebastián Viera que le quedó en bandeja a Carmelo Valencia tras una pifia de la defensiva de Independiente. El chocoano no se perfiló lo suficiente antes de su remate y fue su primer ‘strike’ tirándole.

Se respetó demasiado al visitante en el génesis del juego y se veía venir un apocalipsis en el estadio Metropolitano, sobre todo después de que Jacob Murillo dejó en evidencia la falta de astucia y malicia de Dany Rosero para contener su fuga y habilitó con un pase-gol al panameño Gabriel Torres que solo sopló el balón para anotar.

Ese 1-0, que se estaba vislumbrando por la tocata forastera y la actitud pasiva de los rojiblancos, un poco intimidado con los antecedentes exitosos del adversario, que goleó 5-0 al Flamengo en la fecha anterior, fue un pellizco para Junior.

Poco a poco, con el empuje de los cobros de pelota quieta, las ráfagas de asocio que intentaba liderar Sherman Cárdenas y los constantes yerros que delataban grietas en la defensa del club ecuatoriano, Junior se fue atreviendo y tomando confianza.

Carmelo, gracias a un rechazo errático de la zaga ecuatoriana, tuvo otro chance de acabar el invicto en el arco de Independiente, pero otra vez falló. ‘Strike’ dos. Fue inevitable echar de menos a Miguel Borja y pensar en Michael Rangel, que estaba en la banca.

Sin embargo, ‘Tutunendo’, el hombre que estuvo a punto de dejar el equipo durante la pandemia (se le acabó el contrato y casi no se lo renuevan), fue tan o más figura como cuando anotó el gol ante América que le dio la Superliga a Junior. No defraudó, no se ponchó.

Se reivindicó con creces de las dos definiciones desatinadas e hizo olvidar a Borja. El gol del empate, en el colofón del primer tiempo, fue el inicio de una tripleta que mete al chocoano en la historia del club como el primer jugador que anota una tripleta en la Copa Libertadores.

Alentado por esa diana de ‘Tutunendo’, que de ahí en adelante mejoraría ciento por ciento su puntería, Junior empezó a tutear por fin a su oponente y le aplicó una presión alta que forzó varios errores.

En el segundo tiempo, con mayor determinación y seguridad en los dirigidos por Luis Amaranto Perea, y algo de sobradez y desgaste (quizá por la humedad) de Independiente, Junior emprendió una goleada que demostró que no está muerto quien pelea.

Carmelo aprovechó un gran pase de Edwuin Cetré y puso el 2-1 con una serenidad de veterano. Luego protegió al balón con la viveza que le han aplicado dos veces a Rosero (ante Barcelona y anoche) y definió certero con un disparo cruzado.

Tripleta que le da un dolor de cabeza agradable a Perea, que en el próximo partido tendrá que pensar si mete a Carmelo con Borja o sacrifica a alguno de los dos.

La cereza del pastel fue el golazo de Hinestroza. Un misil teledirigido muy a su estilo. Victoria sin apuros, contundente, con jerarquía. Una clara evidencia de que Junior está más vivo que nunca.