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Junior tocó fondo. Perder 2-1 con el Chicó FC, que era el último de la tabla de posiciones, es sencillamente vergonzoso, es caer bajo. El equipo rojiblanco nuevamente evidenció un nivel flojo y le marcaron gol antes de los primeros 10 minutos por cuarta vez en la Liga.

Los Ajedrezados, que registraban cinco derrotas y un empate en seis jornadas, contabilizaban 12 partidos sin conocer la victoria y solo habían marcado dos goles en el actual torneo. Un completo papelón.

Brayan Moreno, con goles a los 8 y 24 minutos de juego, le dio la victoria que sacó del sótano a los locales. Supieron explotar las difíciles condiciones del estadio La Independencia, de Tunja, pero sobre todo la reiterada pasividad de los rojiblancos, que tuvieron problemas en defensa, en el mediocampo y en el ataque.

No hay excusas para los dirigidos por Luis Amaranto Perea. Ni la grama alta y en mal estado ni la altitud de la capital de Boyacá. Nada justifica el mamarracho que presentó Junior en el estadio tunjano.

Los Tiburones no tuvieron dientes para superar al colero del campeonato, a un equipo con muchas limitaciones económicas y futbolísticas.

De nuevo apareció sin una idea de juego clara, sin consistencia en su propuesta, sin la dinámica, sin la agresividad y sin la determinación para imponerse y avasallar a su adversario.

Los jugadores transitaban como si fuese un partido de práctica, sin decisión, sin orden y sin precisión, con constantes pifias defensivas y en la entrega del balón.

De esos yerros y de la pasividad, que se ha vuelto típica de este equipo, surgieron los goles de Chicó. El primero se redondeó tras un error de Marlon Piedrahíta, que dejó la pelota suelta en el área a merced del adversario. Brayan Moreno mostró la viveza que les está faltando a muchos jugadores de Junior y estremeció la red.

En el segundo, nuevamente Piedrahíta se duerme y no presiona ni tapa el centro desde la izquierda. Dany Rosero también andaba contando ovejitas y apareció Moreno como una avispa para anticiparse y vencer nuevamente a Sebastián Viera. El asistente levantó la banderola del fuera de lugar injustamente, pero el VAR corrigió y avaló la anotación.

La defensa era un mar de equivocaciones y ahí empezó a sucumbir todo. En el mediocampo no había dique. Perea decidió dejar en la banca a quien ha sido uno de sus mejores jugadores de este año, Fabián Ángel, para poner a Larry Vásquez, que se mantiene extraviado para recuperar y repartir la pelota.

Juan David Rodríguez tenía voluntad y ganas de hacer cosas, se mostraba y trataba, pero no había mucho eco. Fredy Hinestroza, destacado en el partido anterior, brilló por su ausencia y Teófilo apareció muy a cuentagotas. Fabián Sambueza, con algunas imprecisiones, logró generar varias jugadas mal concluidas por Teo y Carmelo Valencia, que no se comportó como un finalizador y siempre terminó extendiendo y retrasando las acciones.

Junior en medio de su desorden, alcanzó a generar opciones, sobre todo en el segundo tiempo, con un Sambueza más enchufado y algo de chispa de Cetré. Sin embargo, solo alcanzó para el descuento marcado por Teófilo, al minuto 79. La reacción no fue lo suficientemente vigorosa. Los Ajedrezados, que tuvieron a Eduardo Pimentel presionando e insultando al árbitro, movieron sus fichas para sostener el resultado y pusieron en jaque la continuidad de Perea como entrenador de un Junior que no progresa, que suma tres jornadas sin vencer y todo lo que va del año sin convencer.