Se quiere quedar en el Junior. No solo por la forma reiterada y afectuosa en que besó el escudo cuando celebraba el gol que anotó en la victoria 2-1 ante Águilas, el sábado anterior en el estadio Alberto Grisales, de Rionegro. Sobre todo por lo que viene haciendo en la cancha.
Luis González, que llegó a Barranquilla en el segundo semestre de 2019 tras la salida de nada más y nada menos que de Luis Díaz, tenía la difícil misión de reemplazar al extremo guajiro y de llenar las grandes expectativas que había alrededor de su nombre por todo el buen fútbol que se le había visto en el Deportes Tolima, especialmente en los choques contra los rojiblancos.
En medio de altos y bajos venía transitando en su ciclo como tiburón, a veces sí, a veces no, no tenía regularidad en su desempeño y no había podido afianzarse como titular, pero a finales del año pasado y en el actual curso, el último del contrato que lo ata al club, ha recargado sus baterías y ha jugado bien hasta que las lesiones se lo permitieron.
El inconveniente en el quinto metatarsiano del pie derecho le puso freno a la buena campaña que hacía en el segundo semestre de 2020, y un resentimiento de esa misma lesión en el partido de Copa Libertadores de este año ante River, en el estadio Romelio Martínez, juego en el que estaba enchufado, también torpedeó su mejor accionar con la rojiblanca.