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Carmelo Enrique Valencia Chaverra es sinónimo de amabilidad, carisma, humildad y una sonrisa sincera. Las personas que conocen al ser humano, más que al propio futbolista lo avalan y hasta le agregan otras cualidades. Así tal cual, con dichas características y virtudes, recibió a EL HERALDO en una de las oficinas del Junior, ubicadas en la localidad norte del Centro Histórico de la ciudad de Barranquilla.

Un ‘Tutunendo’ más humano, franco y natural, al que le gusta pasear en el río de su pueblo natal, cocinar con sus familiares y al que le encanta la comedia, se ríe cada tanto viendo el tradicional programa de la televisión colombiana: Sábados Felices. Su comediante favorito es Don Jediondo, 'aunque es un poco vulgar', también Lucumí y Barbarita.

'Nací en Quibdó (Chocó), pero a los tres años me llevan a Tutunendo, que es mi pueblo, que lo llevo en el corazón; todo el mundo lo sabe', dijo de entrada Carmelo, quien le debe el honor de su apodo al sitio que lo vio crecer y hacerse como ser humano. Pero el que realmente lo ‘bautizó’ así fue el periodista paisa Luis Fernando Múnera Eastman.

'Tuve una niñez muy buena, en la que estudié, realicé mi primaria; jugué al fútbol, iba a jugar al río, a coger fruta… La verdad que fue una infancia alejada de todo ese mundo de violencia, del vicio, que se ve hoy en día. Nos criamos de una forma bastante sana. Todos los valores importantes que tengo los adquirí en mi infancia'.

‘Tutu’ no se considera un hombre de derramar muchas lágrimas, pero sí se percibe 'bastante sentimental', y agrega que la última vez que lloró 'fue pelando una cebolla' (risas). También es amante de la lectura auto-constructiva. Se refirió a la obra a la que actualmente le tiene el ‘ojo pegado’.

'Me estoy leyendo ‘Lo bueno de tener un mal día’, estoy empezándolo pero me gusta. Nosotros a veces tenemos un día difícil y le buscamos lo malo, después de cualquier situación que hay siempre viene algo bueno, una enseñanza. Lo digo porque en el fútbol creemos que cuando uno está ganando y ganando todo está perfecto y eso es mentira, se enceguece tanto y ahí es donde se está al borde del abismo, porque cree que todo es perfecto, porque te alaban: ¡mentira! Cuando uno tiene esos momentos difíciles es bueno porque te ayuda a despertar y estar alerta: uno, no somos perfectos; segundo, nos podemos equivocar, y tres; la vida consiste en caer y levantarse. Esa es la enseñanza que tengo'.

COSTUMBRES

Se confiesa muy familiar, le gusta pasar tiempo con los suyos. Cada vez que tiene tiempo le encanta 'arrancar' para Medellín o para el Chocó, visitar a su madre Carmen Chaverra Navia, jugar billar y compartir con sus amigos. Sobre todo en tierras chocoanas donde revive todas esas costumbres que lo hacían feliz cuando era niño.

'Una de las que me gusta (costumbres) y la hacíamos, las hacemos y la seguiremos haciendo es reunirnos todos los hermanos, amigos y nos vamos a la orilla del río, por ahí a un kilómetro arriba a Playa de Pepa y llevamos sancocho, trago, música y hacemos fiesta a la orilla del río, que eso es algo que el que lo ha vivido sabe que es un lugar mágico; pasamos una cosa de locos'.

Confiesa que le gustaría conocer Rusia, pues le agrada la nieve, pero ojo, 'no para entrenar sino para pasear. Me parece que hay paisajes muy bonitos'. A su vez y sin dudarlo dice que el lugar que más le agrada en el mundo es Tutunendo, ya que 'yo llego a mi pueblo y me olvido de todo.

Siento que soy yo realmente, ando sin chanclas, en pantaloneta, sin suéter y nadie dice nada. Es donde mejor me siento porque vuelvo a mi infancia y ahí soy yo; eso en otro lugar no lo puedo hacer'.

Carmelo se considera un hombre bendecido por el apoyo que ha tenido de sus seres queridos, ya que el trajín de los futbolistas no es fácil; el estar de aquí para allá y el cambiar cada tanto de lugar de residencia. En Colombia ha vivido en Medellín, Bogotá, Cúcuta, Barranquilla, Cartagena; por mencionar algunas ciudades; mientras que en el exterior ha estado en Corea del Sur, Argentina y China. En todos esos lugares sus fieles compañía han sido sus hijas Ana Valentina (15 años), Angelina (9 años) y Natty (4 años) y, por supuesto, su amada esposa Natalie Soto. 'Solo hubiese sido difícil', recalca.

Al recordar esas anécdotas de adolescencia, Carmelo conmemora una en particular y, aunque le hicieron pasar un mal rato, ahora lo cuenta hasta en risas.

'En el año 2000 me voy a vivir con mi papá; mis padres son separados. Y mi padre, irresponsablemente, que si él ve esta nota seguro se va a dar cuenta que es verdad, no estoy diciendo mentiras, no me pagó la mensualidad del colegio; estaba en noveno, y por moroso me sacaron; en ese tiempo pagaba 12 mil pesos; a mí me dio pena volver al colegio'.

INICIOS EN EL FÚTBOL

Cambiando de frente y ya enfocándose en su etapa como futbolista, Valencia reveló cómo fueron sus inicios con el balón, que si bien en cada 'recocha' que había él jugaba y demás, no tuvo una formación como tal sino hasta pasados los 15 años; cuando salió por primera vez del Chocó. Él se mantenía entre Tutunendo, Quibdó y El Dieciocho, un caserío que no tenía más de 15 casas y en el que trabajaba su mamá.

'Yo tenía un profesor de Sociales, que se llamaba Lincoln y yo le decía: a mí me gusta jugar fútbol, voy a ir a Medellín a pasar unas vacaciones de semana santa y vamos a ver, de pronto me quedo jugando fútbol. Y él me decía: ‘no, ¿cuál fútbol?, tienes que seguir estudiando porque el fútbol es una mentira’. Yo soy muy terco, cuando se me mete algo en la cabeza, voy pa’ allá. Si me va mal, es por mi decisión; si me va bien, goleamos', complementó.

Y así fue como tomó travesía a la ciudad de la ‘Eterna Primavera’ y llegó al barrio Boston donde vivía una hermana. Como lo dijo él: 'Dios siempre me manda al lugar que es', pues en la cancha La Ladera conoció a Gustavo Castrillón, quien tenía un club en la Liga Antioqueña, un equipo humilde, pero donde Carmelo podría mostrarse.

Lo aceptaron y cuando le tocó hacer las pruebas de trabajo físico dice que 'casi muero' por la altura de Medellín, pero soportó eso y luego le llegó la grata noticia; lo inscribieron en la plantilla. Allí empezó como amateur, después en un partido un dirigente de Ferroválvula le echó el ojo y lo fichó, duró dos años: 2001 y 2002. En el 2003 lo contrata Atlético Nacional y lo que viene ya es historia.

'Tuve la fortuna de poder llegar, siempre me gustó ganar, correr, esforzarme y disfrutar. Eso siempre lo incorporé desde pequeño', dijo.

‘Tutu’ ha jugado en Real Cartagena, Millonarios, La Equidad, América y Cúcuta en Colombia. New Old Boys (Argentina), Tianjin Teda (China) y Beijing Baxy F. C. (Corea del Sur). Entre sus títulos aparecen un Torneo Apertura 2007 y Finalización del mismo año con los ‘Verdolagas’ y una Superliga con Junior (2020), club en el que milita en la actualidad.

'Nunca pensé que al estar finalizando mi carrera estaría en una gran institución como ésta y estoy feliz, agradecido con los directivos, la afición; los técnicos que me han dado la posibilidad de estar acá; los compañeros y toda la gente que hace parte del Junior por el cariño y respeto'.

Carmelo arribó al ‘Tiburón’ a principios de 2020 y su contrato sólo sería por seis meses y ya va para dos años. Agrega que su mayor reto desde que llegó al Junior 'ha sido mantenerme, es la verdad, no es fácil. Siempre llegan buenas contrataciones y hay jugadores que no andan, sea por el clima, por la afición que es exigente; porque es un club grande y la camiseta pesa. Ha sido un reto grande para mí y lo he afrontado con profesionalismo, disciplina, gallardía y me siento orgulloso de eso.

Cuando llegué venía por seis meses y ahora llevamos dos años; algo bueno hemos hecho para seguir en la institución'.

Carmelo ha marcado tres goles en lo que va de la presente Liga II-2021, pero claro, con pocos minutos jugados. No le alarman las estadísticas y tampoco le frustra estar en la banca si bien dice que 'es duro, pero para todos los jugadores, ya con la edad que tengo y todo el bagaje, he aprendido a manejar esta situación; no es primera vez que lo vivo. Lo mejor es estar bien preparados cuando llegue la posibilidad'.

Y en cuanto a los tantos agregó: 'No me preocupa, estoy tranquilo. Los goleadores siempre deben de medirse por los goles y los minutos jugados. Los minutos jugados no han sido muchos; estoy tranquilo porque sé quién soy, para dónde voy y lo que puedo aportar'.

Cuando se le indaga por su anotación favorita en Junior no duda en rememorar el de la Superliga del 2020 contra el América, porque 'fue un gol bonito' y también por el significado, el del título de ese campeonato.

‘MAMA YO QUIERO’.

Ese es la canción del rojiblanco que Valencia Chaverra escucha cada tanto en el radio de su automóvil, le encanta y hasta se animó a entonarla: 'Esta es la banda del tiburón…Mama yo quiero, mama yo quiero, mama yo quiero ganar'.

Sostiene que la mayor virtud de este Junior es 'la intensidad, es un equipo que se atreve cada vez y por eso estamos peleando para seguir en el torneo'. Y describe al técnico Arturo Reyes como 'un entrenador inteligente, que tiene ganas' con ideas claras y confía en 'poder aprovecharlo porque tiene bastante para aprenderle'.

Manifiesta que los errores defensivos, por los cuales los hinchas a veces les reclaman, 'han mejorado' y que 'el jugador que no se equivoque, ese no existe. Se equivoca el que no intenta, hay que continuar. La perfección en el fútbol nunca va a estar; hay que trabajar para que los errores sean menos'.

En la Liga colombiana, aparte de Junior, le gusta como juegan Nacional y Millonarios. Define con la siguiente frase al ‘Tiburón’: 'Hay ambición, hay ganas y seguro vamos a conseguir cosas bonitas para la afición'.

En el futuro, no muy lejano, le apuesta a terminar el bachillerato y luego estudiar una carrera administrativa, ya fuese administración de empresa o gestión deportiva, pues dice que tantos años ligados al fútbol 'no poder ayudar a otras personas, sería egoísta no hacerlo'. Y concluye: 'Si Carmelo Valencia se va en diciembre de Junior voy a estar feliz, si no me voy, estaré más feliz. Han sido dos años donde he aprendido a querer esta camiseta, a Barranquilla, a la afición y aquí van a tener un hincha más hasta que me muera'.