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¡Se viene el clásico costeño! Junior no se dejó intimidar del concierto de patadas y bravuconadas de un impotente Atlético Nacional, ni de un arbitraje realmente desfavorable, y sacó un empate 1-1 del Atanasio Girardot que le permitió clasificar a la semifinal de la Copa Colombia, donde se medirá al Unión Magdalena.

Los ‘Tiburones’, que vencieron 3-0 en el juego de ida, abrieron el marcador a través de Nilson Castrillón, con un cabezazo al minuto 60. Nacional igualó mediante Jefferson Duque, con un penalti con lazo que concedió el juez central John Hinestroza.

Los verdes salieron a atropellar a Junior, pero a punta de reclamos, faltas y juego fuerte, que contó con la permisividad del árbitro Hinestroza, cuyo nombramiento para este compromiso había despertado suspicacias y desconfianza del mundo rojiblanco.

Con toda la razón, Hinestroza le dio licencia para pegar a todos los jugadores locales. John Duque cometió tres violentas infracciones, dos de ellas mostrando los taches que bien pudieron merecer roja directa, pero salió impune. Solo le sacaron una tarjeta amarilla.

¡Pum! ¡Pam! ¡Pow! ¡Bang! Parecía una película antigua de Batman. Golpe aquí, golpe allá, arriba, abajo. Todo con la increíble e incomprensible anuencia del réferi. Dorlan Pabón propinó un codazo a Wálmer Pacheco y Andrés Román un hachazo a Fredy Hinestroza, y solo fueron amonestados.

Junior se plantó firme. Con el carácter que se le ha exigido en momentos cruciales, no permitió filtraciones. A pesar de algunos titubeos en el comienzo del duelo, cuando Nacional pretendía imponer las condiciones, poco a poco fue alejando el peligro y controlando el partido.

Si bien le costaba circular el balón, por las constantes fricciones y provocaciones del anfitrión, ‘el Tiburón’ no se atrincheraba en el arco de Sebastián Viera, y con la batuta de Carlos Bacca, que se echaba unos metros atrás, intentaba armar jugadas con Sambueza, Carmelo Valencia y las salidas por los costados de Fredy Hinestroza y, especialmente, Wálmer Pacheco.

El argentino tuvo la más clara de la etapa inicial, pero su remate cruzado no fue tiro al arco ni pase para Hinestroza en el segundo palo.

El acoso de Carmelo generó varios sustos en el área verde. Casi despoja del balón a Kevin Mier y se ganó una pelota suelta que no alcanzó a aprovechar.

Nacional era más rugby y karate que fútbol y claridad. Solo se le veía desespero e impotencia en la cancha y en el banco técnico, donde Hernán Darío Herrera y sus asistentes discutían y formaban bronca a Juan Cruz Real.

En el segundo tiempo, buscando más elaboración y luces a sus sombras, Herrera mandó al campo a Jarlan Barrera y Danovis Banguero, el lateral que había asegurado que los jugadores de Junior se iban a poner nerviosos.

El equipo que se vio confuso y nervioso fue Nacional. Nunca lograron superar e imponerse a los rojiblancos. Menos después de la expulsión de Andrés Andrade por juego peligroso contra Didier Moreno (en una jugada accidental que era más amonestación que expulsión).

Los ‘Verdolagas’ se dividieron en dos y dejaron amplios espacios que le dieron mayor comodidad a Junior. En la gradería verde notaban que había poco para ofrecer de su equipo en la cancha y le llovieron proyectiles a Fredy Hinestroza tratando de cobrar los tiros de esquina (dos lo impactaron, uno fue un botellazo de agua).

En uno de esos córners que el extremo zurdo se negaba a patear porque lo estaban agrediendo desde la tribuna, Nilson Castrillón se levantó limpiamente y cabeceó de forma certera para marcar el 1-0 y darle más tranquilidad al ‘Tiburón’. Hinestroza lo anuló extrañamente por una supuesta falta que jamás se presentó. El VAR entró e hizo justicia.

La serie quedó sepultada con ese tanto. Nacional siguió con sus constantes faltas y peleas con la candidez del árbitro, que además se inventó un penalti. No se sabe qué fue lo que sancionó. No se vio nada claro en las repeticiones del VAR, pero él insistió en señalarlo.

Jarlan Barrera se arrugó al desafío que le hizo Viera de que lo pateara y Jefferson Duque terminó ejecutándolo con acierto. Un 1-1 inmerecido que en nada maquilla la evidente superioridad de Junior en Barranquilla y en Medellín, ¡a pesar del árbitro!