El discurso de Julio Comesaña cambió de la noche a la mañana, o más bien, de un partido a otro. Pasó de encontrar un plantel con 'excelentes' y 'buenos jugadores', 'sano', 'con disposición' y lleno de 'ánimo', según sus propias palabras, a tener un equipo 'desmantelado' y que no estaba 'en condiciones de entrar en los ocho'.