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Fue una noche extraña, donde la suerte le dio muchas veces la espalda a Junior. El gol del Chicó, en el mejor momento del ‘Tiburón’ en la primera parte, y el tanto anulado de Bacca, cuando ya todo el ‘Metro’ lo había gritado a rabiar y el porteño lo celebraba bailando el pase del caballito con el ‘Panzer’ Carvajal —asistente del ‘Bolillo’ְ—, antes de tocarse el escudo para decir 'he vuelto', fueron dos de las muestra de ello.

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Pero el destino le tenía deparado a Junior y a su hinchada —que se había entregado al máximo empujando y apoyando a su equipo— un último momento agridulce: el penal errado por el ‘Chino Sandoval’. Un tanto que hubiese significado un triunfo ‘in extremis’ valioso, de los que se celebran doble, de los que tienen un sabor especial.

Minuto 96. Se habían cumplido seis de los siete minutos que repuso el árbitro Luis Matorel, que protagonizó una noche de aciertos y errores. ‘El Chino’ Sandoval recibió un balón largo de José Ortíz en el costado izquierdo de la cancha, eludió a un rival y sacó un centro rastrero buscando a ‘Cariaco’, que se encontraba en el centro del área. El venezolano fue por el balón, pero antes de tocarlo recibe un rodillazo en su pierna izquierda y cae de inmediato. El juez, cerca de la acción, no dudó en sancionar el punto penal para felicidad de todo un estadio, que estaba metido 100% en el juego, y para tristeza de la gente del Chicó, que desde el banco protestó a rabiar una decisión que para ellos —sin ver la repetición— había sido injusta.

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Y lo que parecía convertirse en el camino hacia el triunfo, terminó siendo la escena de una película de miedo, donde todo —absolutamente todo— se hizo mal, desde la elección del pateador, con discusión y desobediencia incluida, hasta la ejecución del cobro.

Antes de ese decisivo disparo, los rojiblancos habían logrado la igualdad en el marcador a través de otro cobro desde los doce pasos al minuto 75. Esa fue la antesala a lo que pasó después. ‘El Chino’ agarró el balón, ‘Cariaco’, que era el designado por el cuerpo técnico, se lo arrebató, hubo una disputa ahí en el área, pero finalmente el venezolano hizo respetar su estatus y lanzó el penal, de gran manera, que terminó con el 1-1 parcial en el marcador.

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Esa misma reacción se presentó para la ejecución definitiva, pero esta vez con un atenuante más, tanto ‘Cariaco’ como el ‘Chino’ desobedecieron una orden directa del ‘Bolillo’ Gómez, que en la zona técnica veía incrédulo y con rabia todo lo que se estaba viviendo.

‘Cariaco’ agarró el balón, el ‘Chino’ se lo pidió, nuevamente se arma una discusión. ‘Bolillo’, al ver lo que sucedía, llama a Didier Moreno —capitán del equipo— para que llevara un mensaje claro: ‘el encargado de la ejecución es el Cariaco’.

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Didier lleva el mensaje. ‘Cariaco’ agarra el balón, el ‘Chino’, renuente, se aparta. Parecía que todo se había solucionado. Y de un momento a otro, mientras los del Chicó seguían protestándole al árbitro, el volante venezolano llama con rabia al ‘Chino’, que seguía renegando, y le dice que venga y lo cobre. Eso generó, lógicamente, el malestar del entrenador antioqueño, que, como es costumbre, no ocultó su rabia.

‘El Chino’ fue lentamente al cobro —como midiendo cada paso y el lugar donde la quería meter— y lo demás es historia.