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'¡A Junior tienes que matarlo! ¡A Junior tienes que matarlo!', insistía Édgar Perea Arias a todo pulmón, a los cuatro vientos, con el alma y con orgullo, por allá en 1980, cuando Gabriel Berdugo anotó un gol histórico en el estadio Pascual Guerrero, le empató 2-2 al Deportivo Cali y le dio el segundo título al equipo rojiblanco.