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No estuvo a la altura. Junior volvió a reprobar esa dura materia que se le resiste en la altura de Bogotá, al caer ayer 2-0 frente Millonarios y echar a la basura la opción que tenía de llegar, por segundo torneo consecutivo, a la final de la Liga BetPlay.

Los tantos de Jermein Peña (en contra) y Juan Carlos Pereira apagaron las ilusiones de los cerca de mil hinchas rojiblancos que hicieron presencia en el máximo escenario de los bogotanos y que alentaron hasta más no poder, durante los 90 minutos y en la previa del juego. Recibieron con efervescencia al equipo en la noche del sábado en Bogotá y lo acompañaron ayer, durante todo el día, en los alrededores del hotel de concentración.

La cosas como son. Esta vez no fue la altura de Bogotá, ni la fortaleza de un rival eliminado y disminuido, ni el ímpetu de una afición embajadora, que ayer, como era de esperarse, no llenó el estadio El Campín.

Junior, que jugó una primera mitad aceptable, careció de todo: ganas, actitud, orden, eficacia y fortaleza defensiva. Los rojiblancos se jugaban la vida y pareciera que hubiesen asumido el partido como si se tratase de uno más del ‘todos contra todos’, sin aprovechar la pasividad y el desgano que mostraba el rival hasta el gol de Daniel Ruiz.

La primera parte fue pareja, entre un equipo rojiblanco que salió con mesura a hacer su tarea y un adversario con la mente puesta en las vacaciones.

Junior tuvo en los pies de Yimmi Chará y de Déiber Caicedo, y en la cabeza de Carlos Bacca, los goles para cambiar la historia, sabiendo que el Bucaramanga le estaba dando un empujoncito —ganaba desde el minuto 11 y esos resultados que se daban a esa hora clasificaban al ‘Tiburón’ a la final—, pero ninguno de los tres tuvo la claridad mental y futbolística para vencer la resistencia del arquero Álvaro Montero.

Chará falló en un mano a mano, Déiber estrelló su remate en el vertical, tras eludir al cancerbero embajador, y Carlos Bacca falló de cabeza, con el arco a su disposición.

En ‘finales’ esas fallas se pagan caro y Junior sintió esa premisa en la segunda parte, donde salió dormido, dándole vida a un oponente ido, que no quería saber nada del partido.

El primer golpe mortal lo recibió a los 49’, cuando un remate de Daniel Ruiz pegó en la humanidad de Mele y terminó siendo empujado por Jermein Peña al fondo de la red, en un intento desesperado de despeje.

Diez minutos después, llegó la sentencia en los pies de Juan Carlos Pereira, que aprovechó la pasividad defensiva de un rival jugado, para capturar un rebote, con Mele vencido, y mandar la pelota al fondo de la red.

Junior, jugado al 100%, salió como loco por el empate, pero siguió careciendo de esa claridad en esa última jugada, culminando cada acción con un remate desviado o estrellándose con la humanidad de un seguro Álvaro Montero.

Reyes movió el banco, probó todo lo que tenía, echó toda la ‘carne al asador’, pero no era la noche de Junior, que vio como se le fue de las manos una linda oportunidad de defender el título de Liga en una nueva final.

¿El beneficiado? Bucaramanga, que llegó a esta última jornada en silencio, como colero del grupo, pero con vida. Hizo su tarea de ganarle como local al Pereira (3-1) y agradeció el empujoncito que le dio Millonarios en Bogotá, para ser finalistas de la Liga luego de 27 años.