Nació en cuna de oro. La historia de César Alejandro Farías Acosta no es la del típico hombre de fútbol que se abrió paso entre la adversidad y la escasez. El venezolano que ahora dirige a Junior tenía todo. No le faltaba nada.
A los 6 años, su vida era completamente feliz hasta el día que se apagó la de su hermana. Ana, con solo cinco, dijo adiós y dejó un vacío eterno. Desde ahí, César empezó a aprender qué es “lo realmente importante”.
Las posibilidades que permitía la abundancia económica de su familia no bastaron para evitar el lacerante destino de su hermanita. Eran tiempos sin los avances de hoy para contrarrestar una leucemia que había tomado demasiada ventaja.
El recuerdo lo conmueve, le quiebra la voz y le asoma unas lágrimas, pero César Farías se refiere a eso, a otros capítulos de su existencia más allá del fútbol, y a sus desafíos y sueños con Junior (hay uno que dará mucho de qué hablar), en una amplia entrevista que le concedió a EL HERALDO el pasado miércoles en la sede de los ‘Tiburones’ en Sabanilla.
Dijo en la rueda de prensa del martes que ya ha conocido 62 países…
El fútbol me ha dado la posibilidad, y también he viajado desde pequeño. Vengo de una familia que tenía sus posibilidades. Agradezco que me pudieron dar una crianza llena de principios, de valores que hemos podido transmitir a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, a nuestros hermanos menores y ahora a mi nietecito, que está por cumplir dos años. Esos son valores que se forman en los hogares, que no te los dan en la escuela o en un libro.
De esos 62 países, ¿cuál ha sido el lugar donde usted dijo: yo aquí no vuelvo?
Lo dije, y volví (risas). Me tocó un partido en la India, en Calcuta, contra Argentina. Unos empresarios, que estaban montando el evento, me dijeron: ‘van a armar la Superliga India, esto se va a llenar de estrellas, ¿a usted no le interesaría? No, muchas gracias, yo no vuelvo por acá. Después, como a los tres años, recibí una llamada para dirigir el North East United, de la India. Mi primera respuesta: no. Yo venía de México (de dirigir Xolos de Tijuana) y El Puebla me quiso llevar nuevamente, hasta me mandó los pasajes. Yo en ese momento compré el Zulia FC (equipo de Venezuela). Los escuché bien y les dije: ‘mira que la experiencia cuando yo fui no fue agradable’. Me explicaron que la organización había cambiado, que existía una estructura y me convencieron. Acepté.
¿Qué le había pasado la primera vez que fue a la India?
Mucha desorganización. La alimentación también era difícil, a pesar de que yo como de todo, y en mi pueblo, en Güiria, hay mucha ascendencia antillana por la frontera marítima con Trinidad y Tobago, y se come mucho curry, masala y coco, como aquí que hacen arroz con coco. Yo fui pensando que era así, y tienen algunas cosas que impresionan para los que vivimos de este lado del mundo.
¿Cuáles figuras dirigió en India?
Simao Sabrosa, que en su momento fue capitán de Portugal, jugó en el Barcelona campeón de España, con el Atlético de Madrid campeón de Europa, compañero de Figo y de Cristiano Ronaldo. Un diferente. También dirigí al franco-senegalés Diomansy Kamara, André Bikey, defensa central de Camerún; el francés Cédric Hengbart, Miguel García, el portugués Silas. Enfrentábamos a Nicolás Anelka, Alessandro Del Piero y Roberto Carlos.
¿Y cómo hizo con la comida en la India?
Sencillo. Nosotros vivíamos en un hotel cinco estrellas, el chef era amigo mío (risas). Yo también tengo mucha amplitud con la comida asiática, ya sea árabe, japonesa o china. He probado platos exóticos. Por ejemplo, en Myanmar (o Birmania, nación del Sudeste Asiático que limita con la India, Bangladés, China, Laos y Tailandia), no sé ni lo que comí realmente, pero yo voy y pruebo. Mi papá me enseñó que tenía que probar de todo y después elijo lo que me gusta.
¿Aquí en Barranquilla que ha probado?
No he visto nada extraño, pero hace muchos años me comí un bocachico en cabrito. Con patacones. ¡Delicioso! Me encanta esa comida, se parece mucho a la de mi tierra. Yo viví mucho en Maracaibo, y cuando tú vienes por tierra para acá, antes de salir de Venezuela, antes de llegar a Paraguachón y Maicao, hay un restaurante que se llama El Trompo, y ahí preparan bocachico relleno, como acá.
VIENE DE UNA FAMILIA DE INFLUYENTE EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y PRIVADA
Entiendo que su familia está relacionada con la industria petrolera y otras empresas. ¿Por qué César Farías termina sumergido en el mundo del fútbol y no se convirtió en empresario?
Mi papá siempre me inculcó el deporte y me llevó hacia ese lado después de que mi hermanita murió de leucemia. Era un año menor que yo, y murió en Nueva York, cuando nos fuimos a tratar de salvarla. Los psicólogos del Memorial Hospital les recomendaron a mis padres que yo tuviera muchas actividades deportivas, y cuando retornamos y nos mudamos de Nueva York a Caracas, el apartamento que había comprado mi papá era enfrente de todo el Club Táchira (centro social y recreativo). Nosotros jugábamos fútbol, béisbol, ping-pong, billar, natación, tenis, clavados, y me encantaba mucho el básquetbol porque era lo que jugábamos cuando iba de vacaciones a mi pueblo, Güiria, en el estado de Sucre, que está en el oriente de Venezuela. Crecí en el multideporte, pero mi papá también me enseñó a trabajar desde muy pequeño. Yo estudiaba y tenía que ir a las empresas a trabajar. Nosotros éramos distribuidores de distintos combustibles y también transportistas. Desde muy pequeño estaba manejando y gestionando recurso humano, teniendo que interactuar a veces con rigidez y a veces con cariño, con gente mayor que yo y con gente culturalmente de otras formas, con camioneros que normalmente son fuertes, recios. Eso también me fue inculcando cosas. Después también gerencié una radio de FM y trabajé en un periódico, mi papá era el dueño. Eso me ayudó en los micrófonos. Luego tuve programas de fútbol y conocí todo detrás de los micrófonos.
¿Su familia era en el oriente de Venezuela como los Char en el Atlántico?
En ese momento sí, mi papá era el dueño de la empresa que tenía el aseo urbano de la ciudad, después llegó a tenerlo también en Cumaná, Carúpano y Ciudad Bolívar. Cuatro ciudades. Luego en Maracaibo y en una parte de Caracas (en Petare). Uno aprende de todas esas cosas porque son empresas que tienen 300 empleados, y hay que aprender las distintas ópticas. Eran empresas muy productivas de la época y todo el mundo les quería pegar la mano políticamente. Uno aprende de eso.
¿Sus familiares estuvieron en cargos públicos?
Mi abuela fue la primera alcaldesa de Güiria, y mi abuelo por parte de mamá también. Y mi abuelo paterno fue senador de la república, y después tuvo que irse exiliado. Salió por Trinidad y Tobago, se fue a Costa Rica y terminó en México. Volvió cuando cayó el gobierno de (Marcos) Pérez Jiménez (político, militar y dictador venezolano). Sí hemos estado cercanos al desarrollo político del país de aquel momento.
Una pérdida irreparable
¿Cuántos años tenía usted cuando falleció su hermanita?
Seis. Ella cinco. Es algo que siempre me ha costado mucho superarlo, pero tengo un bonito recuerdo. Triste porque me hubiese gustado tener a ese ser querido disfrutando todo lo que he podido disfrutar. Era diametralmente opuesta a mí, era una niña rubiecita y era mi compañerita. Eso también me enseñó que las dificultades son para superarlas, y que algo peor que eso no hay nada en la vida. Un conflicto, un problema, una conducta, todas las cosas son solucionables. Hay cosas que van más allá, que son más difíciles. En ese momento no había trasplante de médula. Fueron al mejor lugar en el mundo donde se podía tratar de salvar, sin embargo, no se pudo. Hoy en día, tal vez, estoy convencido de que sí.
¿Cómo ha sobrellevado todo eso?
El tiempo pasó, y llegué a Bolivia (como técnico de The Strongest). Apenas llegué, había una niña a la que los jugadores le estaban haciendo una recolecta para ayudarla. También tenía leucemia y el mismo nombre de mi hermana, Ana. Yo le puse a mi hija mayor Ana Karina por mi hermana. Y bueno, le pregunté al padre de la niña cuánto valía la operación, que la hacían en Brasil, el trasplante de médula, y me había dicho que 50 mil dólares. Yo le dije: si salimos campeones, yo te voy a ayudar. No salimos campeones en ese mes, quedamos segundos, pero el semestre siguiente, en diciembre, lo logramos. Nunca lo había dicho en público, pero me tocaste una tecla que me puso sensible, se salvó la niña. La operación era mucho más cara, pero afortunadamente el fútbol me dio los recursos para ayudarla. El padre murió en la pandemia, pero en mi último partido de Eliminatoria (al Mundial de Catar), después de que recibimos a Brasil allá, la niña, ya una señorita de 16 años o un poco más, ya estaba estudiando arquitectura, iba muy bien en la universidad. Yo la conocí peloncita por la quimioterapia, por todas estas cosas, y ya estaba con el cabello largo. La verdad que son momentos que te generan una paz y una tranquilidad… uno quisiera decir una grosería de las que se escuchan en Barranquilla: todo lo demás vale… aquello. Cuando uno ve ese tipo de cosas, se llena de energía y de voluntad para todo lo que viene por delante.
¿Tiene relación con ella?
Sí tengo, a través de Pablo Escobar.
¿El ex jugador boliviano?
Sí, vamos a aclararlo (risas), el jugador paraguayo nacionalizado boliviano que fue capitán de The Strongest. Me ha tenido al tanto muchas veces, y ella ha estado bien, ha seguido adelante afortunadamente. A veces no me gusta tener la relación tan cercana porque me afecta, pero en lo que puedo colaborar, siempre lo hago. En Venezuela, afortunadamente, llegó un momento en el cual yo tenía influencia y la utilizaba para bien. A través del que es hoy fiscal general de la república, Tarek William Saab, tenían una fundación en el estado de Anzoátegui que la manejaba su hermano, y pudimos ayudar a mucha gente. Lo hago por lo que vivimos, por lo que vi que pasó mi madre, por el esfuerzo que le puso mi padre, y tratando también de llenar un vacío que es imposible de llenar, pero que, de cierta forma, uno cree que todo eso se devuelve para bien.
¿Usted estuvo involucrado en esos intentos que hizo toda la familia tratando de salvar a Ana?
Yo estaba con mis padres, era un niño. Se hacen unas punciones en la médula ósea para ver si son compatibles. Obviamente los primeros cercanos éramos nosotros. Estaba todo muy nuevo y la mayor posibilidad era que muriera en el quirófano. Hoy es algo que no es sencillo, pero se hace, como en el caso de la boliviana que estoy contando. Son las cosas de la vida que el Señor nos puso por delante. Todo lo demás lo hemos podido superar en familia, y estamos orgullosos de lo que hemos podido hacer. Seguramente ella también lo estará, pero todos tenemos siempre a alguien cercano que se nos va. Yo he tenido dos pérdidas muy fuertes, la otra es mi abuela, la cual era mi ídolo, una referente de la familia, la que te obligaba a estudiar, la que te obligaba a comportarte, y lógicamente son cosas que a uno lo marcan. No sé por qué hoy estoy tan pendejo, pero sé que es porque me siento bien acá y porque quería volver al ruedo. Acá estoy tratando de brindarnos al máximo.
Disculpe que con estas preguntas se haya conmovido un poco. ¿Cuántos hermanos son?
Yo soy el mayor, la segunda era Ana, después está Daniel y Luis, el menor, que también fue futbolista. Fue presidente del Zulia FC muchos años. Llegó a cuartos de final de la Copa Sudamericana, el equipo dio tres vueltas olímpicas en Maracaibo. Utilizamos todo nuestro conocimiento porque éramos el equipo con menos presupuesto. Daniel ha sido campeón cinco veces. Ahora está líder con Estudiantes de Mérida, un equipo de tradición, pero que estaba de último, luchando por evitar el descenso, y ahora está peleando la posibilidad de entrar en una Copa Libertadores.
¿Cuál es su posición política en Venezuela?
Yo siempre me he considerado una tercera vía, en la cual tengo un respeto por la dicotomía que hay en ambos lugares. Los que están de este lado (señala mano derecha) piensan que su mundo es el mejor y los que están de este lado (señala su mano izquierda) piensan que su mundo es mejor, pero súmale que los que están de
este lado piensan que este mundo es una porquería y el que está de este lado piensa que este es una porquería. Yo creo que ambos tienen cosas buenas. Nosotros teníamos una posición de técnico de la selección nacional que era el color que nos unía a todos a través de ‘la Vinotinto’, y teníamos que tener una imparcialidad. Mi partido político es el fútbol, mi partido político es la selección, mi partido político es el país entero, no un lado u otro. Yo tenía buena relación en ambos sectores. Siempre hay terceros con mala intención que tratan de vincularte u oponerte, esa no es mi posición, yo no me preparé para eso en la vida, me pre
paré para otras cosas. Lo que sí creo es en el respeto, en los principios que genera la legislación de que debe haber formas correctas, no creo en los atropellos, no creo en las maldades, sino que nosotros tenemos un país maravilloso que si nos ponemos de acuerdo todos lo podemos echar para adelante y no estar sumergidos en la problemática que estamos hoy.
Usted contó que estuvo aquí en Barranquilla varias veces con el Zulia FC haciendo pretemporada y en algunos partidos amistosos…
No solo con el Zulia, con los juveniles de Zulianos, con Zulianos en segunda y en primera. Con Trujillanos y Deportivo Táchira también vine por estos lados. Además, vine a buscar jugadores en aquel momento, ‘el Piojo’ Acuña y Jámerson Rentería. Vine a la final donde dirigió Dragan Miranovic (entre Junior y Once Caldas). También vine aquí cuando Norberto Peluffo era el técnico, acababa de agarrar al equipo tras la salida del profesor Juan José Peláez. Junior hizo una buena Copa Libertadores con Norberto. Tenía relación con algunas personas de las inferiores, conocí a Solinilla, Bomboná, el Romelio, el Metropolitano. Después me tocó venir por eliminatoria con Venezuela y Bolivia. Aquí también debuté con Águilas. Vine con América para el juego ante Alianza por la Copa Sudamericana. He venido continuamente a esta ciudad.
¿Qué anécdota tiene con ‘el Piojo’ Acuña?
Yo vine aquí y me los llevé (a Acuña y Jámerson Rentería) por carretera. Y lo que es el fútbol, en aquella época no pedían papeles para inscribir los jugadores internacionales. Ahora necesitas visa de trabajo, no había las leyes para eso, y la forma más expedita era que entraran por tierra, y los llevé y los traje sin ningún tipo de problema, eran países hermanos que funcionaban con una cordialidad tremenda. Ellos eran muchachos de 18 y 19 años cargados de ilusión, de deseos. En esas edades siempre es importante llevar a los muchachos fuera de casa para que se hagan hombres, por decirlo de forma popular.
Usted ya es abuelo. ¿Cuántos hijos tiene?
Yo tengo tres hembras y un varón. Todos están graduados en los Estados Unidos y mi hija mayor ya se casó, es odontóloga, ya es mamá. Jesús trabaja conmigo (en Junior), es graduado en Business Administration, y ha ido cursando en la Universidad de Ecuador, que es muy buena para los entrenadores, todos los niveles, el D, C, B y A. Le falta el nacional, que ya lo está cursando a distancia porque nos mudamos de ahí. Viene trabajando conmigo desde Bolivia. Disfruto de él porque compartimos la misma pasión. Y con las muchachas, siempre que tienen un espacio libre y están cerca, nos encontramos.
Le gustan las mascotas…
Yo tengo un sobrino autista y las niñas me convencieron de que le compráramos un golden retriever. Me buscaron unos videos y fuimos a comprarlo, cuando ya estábamos ahí, había una manada y me convencieron de llevarme otro más. Entonces me llevé a Bolt y a Rocky, uno era para mi sobrino, pero mi sobrino estaba en Maracaibo en ese momento, entonces no se podía entregar a nadie. Un día venía llegando de México y fui a comprar una carne para hacer una parrilla, y afuera estaban parados los dos perros con un amigo. Llegó una pareja que tenía dos golden retriever. Los querían cruzar y yo les dije que sí. De ahí me quedó uno a mí. Era para un amigo, pero pasó lo mismo, llegó a la casa y no se fue más nunca. Ese se llama Spike. Rocky se nos murió ahora en Llanogrande, en enero. Justo cuando estaba atravesando la salida de Águilas. Después, a los días, llegó lo del América. Nosotros no nos imaginamos que eso era tan duro. Fue un golpe familiar durísimo. Hemos aprendido a disfrutarlos muchísimo. Duermen abajo de la cama. Cuando no estoy yo, duermen arriba, me mandan las fotos. Te enseñan lo que es el liderazgo entre ellos, lo que es el cariño y esa bondad que tienen, cómo te esperan y te reciben, te enseñan la solidaridad, a cuidarse unos con otros, también lo que es un macho alfa dentro de una manada. Todo eso te sirve para la vida cotidiana. Nos hemos llenado de un cariño mutuo muy grande.
¿César Farías cree en Dios?
Sí, yo estudié en un colegio católico, el Claret, mi familia es católica. Nosotros respetamos todas las religiones. Tengo amigos hare krishna, budistas musulmanes. Acá en Barranquilla tengo un amigo musulmán.
“NO TOLERO EL IRRESPETO, EL ABUSO”
¿Qué ‘le saca la piedra’ a César Farías?
El abuso, el irrespeto. Uno tolera muchas cosas en esta profesión, pero no me gustan los abusos. Nunca me gustó abusar con nadie. Uno aprende que no todos los conflictos están a la altura de uno, que uno también tiene que saber gobernarse a sí mismo. El que no se gobierna a sí mismo no puede influir sobre los otros, es un pensamiento filosófico griego, pero también tiene mucho de las artes marciales. Yo sé tolerar mucho más de lo que he reaccionado, lo que pasa es que cuando he reaccionado, lo he hecho con causa, y como soy hombre, no voy para atrás, ya una vez que se cruza esa raya, uno sabe ir al frente. Pero este es un deporte varonil, viril, que necesita también de esas cosas. La diferencia es que la gente piensa que uno es un tirano. Soy una persona que me gusta comprender, escuchar, pero al estar en este deporte me gusta ser exigente por ser competitivo, porque a mí me trajeron aquí para ganar, y para ganar tienes que ser exigente, pero equivocan el plano de dictador, yo no soy un dictador.
¿Cuando niño era belicoso? ¿Peleaba mucho?
En esa misma línea, igual, al final yo siempre tuve educación, pero yo le pongo un ejemplo: a mí me tocó a los 12 años volver de Caracas a Güiria, que es un pueblo pesquero, de biotipo muy alto, de tez oscura, y yo hablaba diferente. Imagínese un bogotano llegando aquí de esa edad, en el salón (de clases) te van a querer…
¿Le tocó pararse firme?
Toda la vida. Hice varios deportes desde niño, entre esos judo. En Güiria tienes que aprender a boxear sí o sí porque si no te boxean. Yo creo más en eso como defensa personal ya cuando te atacan, nunca he sido de ir a atacar a alguien, pero en el momento que me siento en riesgo si aflora en mí una posición defensiva.
¿Durante su carrera futbolística le ha tocado irse a los puños con un rival? No hablo de lo que le sucedió en Ecuador, que fue una cuestión en medio del calor del juego. Me refiero en el camerino con un jugador, con un asistente o con un adversario.
Adversario. De los míos, no, yo no me peleo con los míos, las peleas son de exigencia. En Bolivia me tocó un caso. Me aguanté de todo en el partido, me basurearon y me basurearon. Además, recibí una expulsión injusta, sin pelear, nos apagaron la luz del camerino, nos cortaron el agua, nos escupieron, nos hicieron de todo. Pero me dieron papita, cuando íbamos a cuatro cuadras del estadio lo vi, y bueno, ahora es mano a mano. Me bajé del bus.
¿Cómo fue la cosa? ¿Golpe a golpe?
Golpe a golpe no, un solo golpe y se acabó la pelea.
¿Lo noqueó?
Sí, pero él me tiró primero. Sí, eso fue famoso allá, pero no voy a decir el nombre porque después ustedes van a investigar y van a averiguar. Él cuenta después, porque es sureño hablador, que le habíamos pegado entre varios, y eso no es cierto. Lo que le hicieron fue un círculo, y estaba la Policía y nadie se metió. Está mal hecho eso, no me siento orgulloso de eso, pero usted me está preguntando. El ser humano aguanta, aguanta y aguanta hasta que… y yo no le fui a pegar por la espalda, yo no le tiré primero, era una subida y yo en la parte de abajo, y él era mucho más grande, yo parecía un enanito, pero el que terminó abajo no fui yo.
¿Qué le pasó en América? ¿Qué dice al respecto de lo que han expresado de usted y su manejo algunas personas integrantes del equipo escarlata?
Hay una fábula de imaginario colectivo donde manejas casi 50 jugadores, no es fácil, cada quien tiene un punto de vista, pero, además, muchos jugadores grandes. Yo lo único puedo decir es que de mis últimos 10 partidos, perdí uno solo. De ahí para acá el equipo ha andado bien, o sea que no dejamos una mala base de trabajo. Los jugadores que se fueron de ahí arrancaron bien en otros equipos Michael Barrios, Edwin Cardona, Jhon García, entre otros. Nosotros fuimos a trabajar y cumplimos. Un jugador que no juega siempre va a hablar y el que juega va a agradecer, uno trata de ser lo más justo posible. Cuando uno revisa las cuentas de juego, no jugaban con el anterior técnico, no jugaban conmigo y no juegan con este. Ya el problema no es Farías.
“Me van a empezar a decir vendehúmos, pero no importa, sueño con ganar la Copa Libertadores en Junior”
Ahorita dijo: “Yo vine aquí a ganar”. Y creo que tiene claro que en Barranquilla, si no se sale campeón, no sirve, lo miran mal…
Cultura de campeón, cultura de ganador, eso es bonito también, a la gente que le gusta la presión, la adrenalina de ganar, nos gusta eso, pero también creo que la gente conoce de fútbol e interpreta, y sabe reconocer cuando se trabaja, y sabe tener paciencia cuando se están buscando los resultados. Yo creo que la gente, en la cultura de campeón que tienen acá, saben eso, que las cosas se construyen con trabajo, y nosotros el primer paso que estamos dando es trabajo, trabajo y más trabajo.
Usted ya ha explicado sobre el tema, pero le pregunto directamente: ¿encontró mal físicamente al equipo?
No, no es eso. Son las etapas, yo lo aclaré bien. Yo tengo cariño y respeto por Arturo Reyes, es un campeón, y, como lo dije en mi presentación, de los campeones no se olvida nadie. Él siempre va a estar en las vitrinas de este club. Es una persona de la casa como lo ha manifestado él y la familia Char, pero hay etapas. En este campeonato, no todos terminan el mismo día, unos tienen más tiempo de trabajo que otros, unos acumulan más partidos que otros. América ahora tuvo dos meses y medio de trabajo. Junior fue campeón y después, en el torneo siguiente, entra al cuadrangular y pasa de fase en la Copa Libertadores, menos tiempo de trabajo. Nosotros, con nuestra experiencia, tenemos que atrevernos. ¿Cuál es el problema de levantar las cargas? Es perder la frescura, y es el temor a perder los primeros partidos, porque eso pasa, y nos puede pasar, pero nosotros estamos conscientes que sin eso vamos a ganar los primeros y después vamos a perder, pero estamos apuntando a llegar al final, donde quiere llegar todo el mundo.
¿Cuál jugador lo ha impresionado?
En general hay talentos, y talento joven también, porque uno como entrenador no ve solamente el hoy sino lo que puede desarrollar para el mañana. Después es difícil, a mí me tocó como seleccionador enfrentar a Messi, Neymar, Robinho, Ronaldinho, Cavani, Luis Suárez, Falcao, James, al monstruo que salió de aquí, Luis Díaz, Agüero, Tévez.
No lo impresiona cualquiera…
No, pero no lo quiero decir así, ojo, mire que ayer dije que en este equipo no hay vagos y que en este equipo no los toleraría, y se sacó de un montón de contexto la forma de decirlo. Y yo lo que quise decirle a la gente…
Sonó como un tirano: ‘aquí no se admiten vagos’
Y no fue así, había un contexto. De lo que yo he visto, los jugadores se están entregando no al 100 al 120%, están a full, dan lo que tienen y lo que no tienen. Nos están entregando el corazón, el alma, todo en busca de esa mejora, entonces no lo dije así como que bueno, yo vine a salvar esto y yo voy a cambiar esto, no, no, lo que quise decir es que no seamos desvalorizadores de nuestros propios valores. Aquí hay unos valores que son buenos, que son sanos y que quieren mucho más. Hoy están viviendo un momento duro, difícil, pero ellos saben que con trabajo lo podemos sacar adelante.
¿Y cómo ve a los jóvenes? ¿Qué tal Canchimbo o Carlos Cantillo?
Canchimbo es jugador de Selección. Hoy Colombia está dentro de las tres mejores selecciones del mundo. Tiene talento natural, en el uno contra uno es muy felino. Pero aquí hay muchos, hay características en todos los puestos.
¿Alcanza a darle chance en este semestre a jugadores sub-20 que le hayan llamado la atención?
Depende de lo que llamen sub-20. Hay unos también que tienen 21, el domingo puede haber uno. También depende del rival. Águilas ataca más por la izquierda que por la derecha. Tienen un tándem ahí muy fuerte. Si hubiésemos jugado contra Pereira, hubiese jugado Navia. En algún momento a Navia le va a tocar otra vez. Pero ahora es muy posible que juegue alguno de los jóvenes en este partido. No te voy a adelantar más porque no corresponde.
¿Qué sueña Farías? Si ahora toma una lámpara mágica y la frota, cuál sería su deseo. ¿Qué visualiza con Junior?
Ya me van a empezar a decir vendehúmos, ya me metiste en problemas, pero no importa. Así ha sido toda mi carrera, yo lo acepto. Ganar la Copa Libertadores. Este es un club que ya estuvo cerca de ganar una Copa Sudamericana. Es un club para, en lo que uno lo ve, en la grandeza que tiene, para pelear a los brasileros y los argentinos. Aquí hay varios clubes de esa magnitud, porque han estado cerca.
¿Usted cree que el Junior ya está para graduarse como campeón continental?
Un equipo que tiene 100 años puede lograrlo. Siempre hay sus excepciones. Por ahí aparece uno como Independiente del Valle y lo logra. Pero este equipo, que ha estado muy cerca de lograr cosas importantes, con una planificación correcta, con una actitud, con la característica de dueño que tiene. Y usted entra aquí (a la sede de Sabanilla) y ya lo ve ahí, ya te están diciendo (en dos carteles que hay a la entrada), epa, vamos por esa. Ya ves el cartel de la Copa Libertadores. A mí siempre me gusta apuntar muy alto, y creo que no me he ido mal.
¿Y cómo ve a Fuad Char con esa idea que usted tiene? ¿Ya se la ha comentado?
Sí, hemos hablado porque ellos tienen el mismo sueño que nosotros. Lo que no quiero es que nos precipitemos, porque primero hay que ganar el campeonato acá, hay que construir un campeonato acá. Y al contrario, ellos me han dicho, profe, este semestre haga lo que pueda y el semestre que viene vamos a hacerlo. Pero ‘lo que se pueda’ es que ellos son ganadores y nosotros también, y la hinchada es ganadora y los jugadores son ganadores. Queremos más. Ojalá nos alcance y lo vamos a pelear, y lo vamos a luchar y lo vamos a buscar.
¿Ve una convicción firme de Fuad Char, Antonio Char, John Char y el resto de accionistas del equipo sobre el nombre de Farías? ¿Está aquí firme hasta el otro año independiente de lo que pueda ocurrir en este semestre? ¿Hay confianza?
Ellos lo han manifestado, me lo manifestaron los cuatro, incluido el señor Fuad Char, Antonio, Arturo y John. Los técnicos tenemos la maleta detrás de la puerta y yo sé que tengo que trabajar día a día y tengo que generar los resultados. Yo trabajo con una premisa siempre que aprendí en Selección. El último partido que me quedaba en la selección de Venezuela, lo transformé en cinco años y dos meses más de los seis que tuve. Y se lo aprendí a Alejandro Moreno, un jugador nuestro que venía de la MLS. Nos tocaba con Brasil. Dije, juguemos con la ilusión del primer día y con la necesidad del último. Y con Venezuela, yo enfrente a Brasil cuatro veces, perdí una sola y fue ese partido, 4-0. Y en San Cristóbal fueron botellas, piedras, y la guardia protegiéndome. Me han podido romper la cabeza, pero bueno, es parte del deporte y es parte de lo que tiene que asumir un líder. El siguiente partido lo ganamos, perdíamos 1 a 0 con Ecuador, y el presidente me había dicho con mucho cariño: ‘hijo, no puedo más con la presión, si no ganamos hoy, lamentablemente tengo que generar un cambio’. Y ahí cambió todo, hicimos la mejor Eliminatoria que ha tenido Venezuela. ¿Qué te quiero decir? Estuve a una rayita de que me sacaran, a unos minutos, y eso se transformó en 5 años y 2 meses. El directivo creía en mí, pero la presión de los resultados a ellos los agobia también. El domingo, ante Águilas, voy como si fuese mi último partido.
LO QUE PIENSA DE NICOLÁS ZALAZAR, JOSÉ ENAMORADO, VÍCTORCANTILLO, MARCO PÉREZ Y MELE
Le voy a preguntar por algunos jugadores y usted me va a contestar de manera breve sobre ellos. ¿Qué me puede decir de Nicolás Zalazar?
Tiene el proceso de Selección menor en Argentina, tiene todo el portento de los futbolistas sureños, supo esperar, como le dijo Bacca, porque es un equipo difícil, un equipo que tiene muchos jugadores. Hoy no solamente juega porque lo hizo bien el otro día, sino que ya no está Rafa (Pérez), entonces es obligatorio, más allá de lo que yo pueda decir, es obligatorio que juegue. Pero qué bueno que él tenga esa tradición. Yo lo vi, lo enfrenté con Aucas en la Copa Libertadores. Jugó los dos partidos contra nosotros, es un tipo competitivo y táctico, y entiende el juego tanto en defensa como en ataque, va bien en el juego aéreo. Es una herramienta más que está ahí, que queremos utilizar y que le vamos a sacar provecho.
Víctor Cantillo, que no ha estado en su real dimensión, más allá de que en el primer semestre tuvo varios partidos buenos...
Víctor juega más posicional y con su capacidad y su inteligencia. El tipo tiene fútbol en la cabeza. Nosotros estamos tratando de potenciarlo en su aspecto físico para que pueda tener recorridos, para que pueda romper líneas hacia adelante, que llegue al área contraria, que recupere esos cambios de frente que tenía. Ya el partido pasado pateó desde fuera de la zona 14. Víctor jugó en Brasil, que es la Premier de América, y jugó en un equipo muy importante (Corinthians). Entonces quiere decir que Víctor tiene futbol. No está aquí por otra cosa, tenemos que devolverle la confianza y potenciarlo físicamente para que nos brinde su mejor versión.
¿José Enamorado?
A José Enamorado lo enfrenté con Aucas en un partido amistoso que hicimos de pretemporada aquí y los primeros 12 minutos nos hizo fiesta. Lo tuvo que agarrar Carlos Cuero. Yo me puse las manos en la cabeza, estaba yo cerquita, le pegó una patada dura. Es un jugador que cuando está bien es indetenible.
¿Y cómo lo ve ahora? Creo que se ha perdido un poco de confianza.
La va a recuperar. Hay algo positivo en general. Son autocríticos, siempre están dispuestos, pero además entienden de fútbol. No es que le das una orden, haga esto aquí, pues no, no. Lo tienes que seducir y convencer con argumentos. Entienden de fútbol.
No todos se tratan igual, de todas formas. Algunos entienden con presión, otros de manera más paternal…
Sí, pero hay una cosa, uno tiene que tener justicia. El entrenador cuando pierde la justicia, pierde respeto. El jugador puede ir al banco y sabe que hay uno que ha jugado mejor que él, el jugador le va a gustar o no, pero respeta porque hubo justicia. Y yo siento que aquí hay un recurso humano que entiende eso. Después, sí, hay gente que entiende más hablándoles, hay otros visualmente, y otros a los que tienes que acariciar. Son los canales de comunicación, kinestésico, auditivo, visual. Y que uno, como líder y como orador, los tiene que involucrar en todos los aspectos. Pero no es menos cierto también de que yo no he tenido la necesidad de maltratar a nadie porque veo a todo el mundo en sintonía, todo el mundo está metido en el cuento. Cuando haga falta, no me va a temblar el pulso. Pero eso no ha sucedido.
¿Marco Pérez?
Marco necesita conectarse con el equipo, conectarse con la hinchada, con él mismo. Yo lo veo ilusionado otra vez. Lo veo trabajando, matándose, al igual que a ‘Tití’ (Rodríguez), al igual que a (Carlos) Bacca. Y ellos saben que por momentos va a jugar uno, por momentos va a entrar uno fresco, por momentos van a jugar dos, y por momentos van a jugar tres también. Y ellos se están preparando para todas esas circunstancias.
¿Y Santiago Mele?
El mejor arquero de la Liga, sin duda. Jugador de Eliminatoria. Él y el arquero de Millonarios (Álvaro Montero) son los únicos y también está José (Contreras). Son los tres mejores. Son los que van a Selección y es por algo, son los mejores arqueros de la Liga.
¿Cuál es su jugador sorpresa, ese que de pronto nadie tiene en los planes y lo va a tener en cuenta?
Va a aparecer más de uno. Incluso ya vimos uno de los ‘sparrings’ (jugadores sub-20) que nos llamó la atención. Aquí hay una gran cantera. Lo que pasa es que no quiero hacer mucho ruido tampoco, porque los jugadores hay que ir llevándolos correctamente, tampoco que caiga una presión sobre ellos. Pero van a aparecer. Denme un tiempito, porque en todos los clubes que fui eso sucedió.
Ya está viendo al Barranquilla FC....
Sí. No pude ir el otro día porque tenía una reunión. Ayer (martes) porque estábamos concentrados. Pero obviamente que sí. Y estamos trayéndolos aquí. Por ejemplo, ayer vinieron 10 del Barranquilla FC y 10 del Junior. De lo que analizo y veo, no solamente el aspecto social, el calor, la humedad, la altitud, uno prepara un método, pero también es la calidad de los jugadores. Cuando veo eso, desarrollo un trabajo para ello y traigo a los sparrings primero para probar cómo sale el trabajo. Y ahí decido cuál de esos aplico. Pero he tenido una ventaja acá. Este es un equipo inteligente que entiende y no tiene miedo de preguntar cuando no entiende. Por eso se parece a Águilas. Aquí todo el mundo me entendió. Quiere decir que va a funcionar.
¿A Jordan Barrera lo ha visto ya? ¿Le han hablado de él?
Sí, de todos los que estoy viendo. Tranquilos, pacientes, ya vamos para allá.
Ojalá que lleve a Junior al éxito y se le cumplan los sueños que tiene en el equipo…
Mi compromiso es que nos vamos a entregar de lleno. No solamente en trabajo, porque no es solamente acumular trabajo, sino que voy a tratar de ayudar con toda mi experiencia que he vivido en copas internacionales. Tengo 218 partidos internacionales y los quiero mostrar aquí. Conozco esta Liga, ya he dirigido dos clubes. Entiendo la situación en la cual llegamos, la presión que genera el club, pero creo que vamos a dar el máximo de todo esto. Eso sí, yo vine a tratar de ser de ustedes, pero yo no me dejo ningunear de nadie, porque yo no acepto que nadie me haga creer que yo soy malo. No, no, yo sé quién soy y lo que he vivido, y lo que me he preparado.
Seguramente habrá momentos que le tocará subirse al ‘ring’, normal…
No, pero no es la intención. Lo que quiero decir es que a mí nadie me va a hacer creer que soy malo. Porque eso es muy fácil, decir: te equivocaste, burro. No, siempre nos equivocamos porque somos los que tomamos decisiones. Pero yo llevo una ventaja. Llevo 31 años en esta actividad.
¿Cómo le va con la presión de la gente que está detrás del banquillo?
No, hombre, yo dirigí Cerro Porteño, The Strongest, Deportivo Táchira, América. Selección 10 años. ¿Sabes qué gritaban en Bolivia? ‘Venezolano muerto de hambre, no tienes ni para el papel de baño. No creo que me vayan a gritar cosas peores que esas.
¿En Paraguay qué le decían?
Es chistoso, porque en Táchira decían que jugábamos muy largo. Y en Paraguay te decían, esto no es fútbol de toquecito, muy cortito. Entonces, de gustos y colores hay para todos. Pero yo te digo algo: uno aprende a que bloquea todo eso. Me pasó ahorita en América. Me dicen: ‘profesor, ¿no escuchó lo que le cantaron?’. No, no me di cuenta. De verdad, yo no estoy pendiente de eso. Y yo no soy bueno para interpretar la música. Ese no es uno de mis fuertes, es una de mis debilidades. Yo me enfoco tanto en lo que está sucediendo allá adentro que bloqueo todo lo de afuera. ¿Sabe cómo? Yo tenía un psicólogo, Manuel Llona, que hoy vive en Barcelona. Y siempre a los juveniles nuestros les ponía el caso de Pavarotti. Que Pavarotti iba al teatro a practicar y se imaginaba que estaba full. El día que iba a cantar en la ópera, imaginaba que todo estaba vacío. En realidad estaba lleno e imaginaba lo contrario. Tal cual. Yo bloqueo, tengo ya suficiente experiencia para bloquear todo eso.
¿Es amigo de Mourinho?
No soy amigo personal, pero lo conozco obviamente. Me recibió cuando estaba en el Real Madrid. Nosotros veníamos de la Copa América en la que llegamos a semifinales (con Venezuela). Arrancamos la Eliminatoria estando entre los tres primeros. En la cuarta jornada le ganamos a Argentina en Puerto La Cruz 1-0. Esa Argentina perdió tres partidos nada más. Uno fue con España, otro la final del mundo con Alemania y el que perdió con Venezuela (1-0). Me recibió unos cuantos días. Cuando me llevaron a la cancha, no me dejaron allá arriba, sino que me metieron ahí con él (en su oficina). Y cuando lo llamaron: ‘míster, míster’, voltea, me ve y me dice: ¿le rompiste el… a Argentina? No voy a decir obviamente. Nos reímos. Un tipo particular, chévere, simpático. De inmediato me di cuenta que tenía una ventaja tremenda, y es que en esos equipos internacionales iba el alemán, y le hablaba en alemán. Iba el portugués, le hablaba en portugués. A los españoles, en español. A los italianos, en italiano. Y al inglés, en inglés.
¿Usted habla inglés?
Sí, inglés y portugués. Es un desafío que tengo. Si uno quiere ser un entrenador internacional, no puedes dejar de hablar francés también. El inglés y el francés son los idiomas que más se utilizan. Por ejemplo, en África hay 27 selecciones que necesitan que se hable francés. Entonces uno tiene ese desafío. Y yo estoy en eso, en un proceso de aprendizaje de distintas lenguas que me gusta, me atrapa, y sé que en algún momento se me puede presentar la oportunidad.
Despida el programa en inglés o en portugués…
Hoy me sacaste un montón de cosas interesantes.
Farías se despidió en inglés y luego pidió el apoyo de la afición en portugués (ver video).