Compartir:

Fue la única que logró nueve de nueve puntos en la primera fase. Su fútbol de orden táctico fue hasta ahora el mejor del campeonato. Pero se va de la Copa América-2019 porque, pese a todo, siempre le cuesta saltar la barda de la eliminación directa.

La escuadra de Carlos Queiroz deja el torneo de Brasil sin haber recibido un solo gol en contra. Era un café nuevo, atractivo, de un aroma sabor que todos apreciaban. Pero no pudo derrotar la paternidad que Chile ejerce sobre ellos: en sus tres duelos de eliminación directa, cuartos de final de Paraguay-1999 y Brasil-2019 y semifinales de la Copa Centenario-2016, ‘la Roja’ siempre se impuso.

En esta ocasión, cayeron por 5-4 en la tanda de penales frente a los campeones vigentes. Chile definió con excelencia cada uno de sus tiros. Mientras que en Colombia, la técnica de la definición se fue diluyendo y aguando con cada tiro, hasta que Tesillo la mando fuera.

'Los penaltis son una forma muy dura de salir de una competición, pero los partidos que hemos hecho nos muestran muy buenas señales de desarrollo, de crecimiento, de solidez, de seguridad', dijo Queiroz.

'Hay que continuar trabajando y encontrando una identidad más sólida para seguir adelante', comentó después del partido, y agregó que la responsabilidad del resultado es sólo suya.

Con una sola Copa América en su currículo (2001), ha sido solo finalista también en 1975, ocupado el tercer lugar cuatro veces y el cuarto en dos.

Los colombianos tuvieron un arranque soberbio en la fase de grupos. Batieron 2-0 nada menos que a la Argentina de Messi y vencieron por 1-0 tanto a Catar como a Paraguay, mostrando solidez como equipo.

Su técnico tuvo lucidez para armar un equipo que responde colectivamente y que, de acuerdo con él, había alcanzado la madurez para resolver partidos difíciles y salir victoriosos.

Tuvo la paciencia y capacidad de no desesperarse ante una Catar que le resistió 85 minutos sin dejarse batir y hallar finalmente la rendija que les dio el triunfo.

'Sabemos que tiene un gran potencial, que ha adquirido una gran dimensión en este momento, en lo que es tanto en la colectividad como el rendimiento individual de algunos hombres importantes', había dicho Reinaldo Rueda, DT de Chile pero colombiano al fin y al cabo, que también ha dirigido al combinado patrio.

Desde que asumió en febrero el relevo del argentino José Pekerman, el portugués Queiroz rediseñó el habitual estilo de juego de Colombia y supo mezclar la herencia de su antecesor con los nuevos valores que conoció.

Exseleccionador de Irán, Portugal y Sudáfrica, insistió en que Colombia se encontraba en un periodo de construcción y que 'está muy lejos del fútbol que queremos ver'.

Queiroz les puso un sello europeo, como la intensidad sostenida, la dinámica y la presión de las líneas.

Al buen trato de pelota, Queiroz le sumó dinámica en el desplazamiento, verticalidad en la ofensiva y disciplina defensiva de las líneas para resguardarse y recuperar el balón, con Yerry Mina y Davinson Sánchez como garantía.

Más que nombres, Queiroz construyó un equipo. Ante Paraguay y con diez variantes el combinado trabajó sin fisuras, bajo el mismo patrón de juego, como lo hizo el once que alineó ante la Albiceleste y el campeón de Asia.

Pero, cuando la circunstancia lo demanda, es necesario un café con notas intensas, con destaques.

Conforme avanzaban los duelos la acostumbrada brillantez de James Rodríguez (27 años) y Radamel Falcao García (33 años) se hacían extrañar. Los atacantes del Bayern Munich y del AS Monaco destellaron poco en este torneo.

Queiroz apostó bien por Duván Zapata (Atalanta), de 28 años, como su fórmula de gol. Y tuvo también como figura a Roger Martínez (América de México), de 25 años, en un aviso de que, tal vez, es hora de apostar por otra cosecha de café.