Compartir:

Los costos del conflicto armado en Colombia han sido cuantiosos en cuanto a los recursos involucrados en este, los daños en la infraestructura, la destrucción del capital humano y físico, y en los efectos que ha tenido para la imagen del país internacionalmente.

El estar en guerra le ha impedido al país crecer en medio punto porcentual en su tasa de crecimiento anual. De hecho, hoy podríamos tener un PIB per cápita 20% más alto. En este sentido, estudios sobre el tema afirman que durante una guerra civil el Producto Interno Bruto, PIB, decrece a una tasa anual de 2,2%, y en países donde el conflicto se ha prolongado por más de 15 años, la producción puede llegar a decrecer hasta en un 30%.

En el caso de Colombia, principalmente en la segunda mitad del siglo XX, el país perdió el sendero del crecimiento económico, en parte por la intensificación del conflicto armado, que alejó la inversión extranjera, particularmente en sectores promisorios como la explotación minera y la industria de capital pesado.

'A nivel cuantitativo, el conflicto armado representa grandes erogaciones para el Estado colombiano y para aquellas personas que se ven sometidas o amenazadas por algún grupo al margen de la ley', dice José Luis Ramos, profesor del IEEC, quien realizó un estudio sobre el impacto del conflicto armado en el desempeño económico de las regiones colombianas, el cual presentó el mes pasado en el marco del Seminario Horizontes del Derecho Internacional Humanitario y el Conflicto colombiano, organizado por el Instituto Francisco de Vitoria de la Universidad Carlos III de Madrid, España.

Según Ramos, con base en los argumentos cuantitativos de autores que también han investigado al respecto, se puede afirmar que en Colombia se han incrementado los costos del conflicto armado en alrededor de ocho puntos porcentuales con respecto al PIB. En efecto, pasaron de representar el 1,5% en 1990 a 9,0% en el 2006.

Cifras de la región Caribe. La fuerte envestida de la violencia en la región Caribe colombiana, principalmente con la llegada del paramilitarismo significó un pesado obstáculo para el desarrollo de una región con enorme potencial.

Los eventos terroristas en los ocho departamentos de la región llegaron a una máxima de 2.200 en el año 2002. Sólo en Bolívar tuvieron lugar más de 275 ataques en un año (2003), convirtiéndolo en uno de los departamentos más violentos del territorio nacional.

En un análisis econométrico realizado por Ramos, cuyo objeto es relacionar el conflicto armado en función del PIB regional y muertes civiles —estudio que se sustenta en información brindada por el Centro de Recursos para el Análisis de Conflicto – Cerac– el profesor de Uninorte halló que por cada ataque general realizado en los departamentos del Caribe colombiano, el PIB regional disminuyó en un 4.1%.

Otro indicador importante es el número de muertes violentas ocurridas a partir de los enfrentamientos de guerrilleros, paramilitares, civiles, soldados y policías. Entre 1996 y 2002, período en que los grupos armados incrementaron sus acciones violentas, fue cuando más muertes se reportaron en la región, particularmente en Magdalena, donde se registraron 340 muertes en 2002, y en Bolívar, 312 muertes en 2001.

Ramos encontró que por cada ataque de la guerrilla o paramilitares, las muertes de civiles aumentaron en promedio 60%. Este resultado afecta indirectamente la función de producción territorial, pues 'elimina fuerza de trabajo que participa del mercado laboral y en actividades conexas con grandes potenciales de influir en el futuro crecimiento económico de la región', asegura Ramos.

Hoy, cuando el flagelo de la violencia está aún distante de acabar, el Gobierno tiene el reto de incrementar los esfuerzos para mejorar las condiciones de seguridad del país y así facilitar que los TLC y la inversión social impacten en su máximo al crecimiento económico. Sin el conflicto armado desde principios de la década, Colombia sería un país de renta media alta.

Interés por mejorar
No solo los efectos de un conflicto como el de Colombia se sienten en el desarrollo de un país. Heraldo Muñoz, subsecretario general de la ONU y director del PNUD para América Latina y el Caribe, señaló esta semana que a pesar de la crisis económica que amenaza al mundo la mayor preocupación de los latinoamericanos en estos momentos es la inseguridad ante la criminalidad y el narcotráfico, incluso más que el desempleo. Según el PNUD, la inseguridad representa un costo alto para los ciudadanos, que se refleja en el PIB.