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A nivel mundial las economías emergentes han presentado una desaceleración durante lo que va del 2015. Colombia es uno de estos. De acuerdo con el reciente informe del Dane, el crecimiento del PIB para el segundo trimestre del año fue solo del 0,6% comparado con el 2014. Aunque el panorama prende las alarmas, sectores como la agricultura y las actividades manufactureras están sacando la cara.

En el segundo trimestre de 2015 el valor agregado de la rama agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca creció 2,5% frente al mismo periodo del año 2014, y el valor agregado de la industrias manufactureras, en las ramificaciones agroindustriales, aumentó (pese a que el global decreció en 1,3% respecto al mismo periodo del año 2014). Las políticas encaminadas al fortalecimiento del agro y el desarrollo rural están dando resultados como soporte de la crisis.

Aunque la agricultura contribuye hasta con un 60% del PIB en algunos países, en Colombia ronda el 15%. Con una política de posconflicto en marcha, los agronegocios tienen potencial para promover el rápido crecimiento y la reestructuración de la industria de la agricultura. Para esto el primer paso es fortalecer el estado del campo. ¿Qué hacer para acelerar una transformación que asegure el beneficio de los pequeños agricultores?

Censo agropecuario

Para José Moreno, docente de economía de Uninorte, actualmente la agroindustria en muchas zonas del país enfrenta restricciones que no provienen de la producción agrícola o la falta de capital y capacidad empresarial, sino de la carencia de infraestructura física, como vías, servicios de energía y agua potable, y de infraestructura social, educación, salud, vivienda, recreación.

Según los resultados preliminares del Tercer Censo Agropecuario, Colombia presenta resultados aún alarmantes sobre la calidad de vida del sector rural. Este segmento de los productores es de gran importancia, pues son responsables de entre el 50 y 68% de la producción agrícola del país.

El censo evidencia altos niveles de pobreza rural (44,7%), que recaen en mayor proporción sobre los pequeños productores y sus familias. Cerca del 12% de los agricultores censados presenta analfabetismo y un 10% genera agricultura de autosubsistencia.

Liliana Sandoval, encargada del clúster agroindustrial de la Cámara de Comercio de Barranquilla (CCB), comenta que en general las condiciones socioeconómicas en las zonas rurales colombianas son inferiores considerablemente con respecto a lo que sucede en las ciudades. Una de los agravantes es el acceso a capacitación del recurso humano, las asistencias técnicas, y acceso a crédito a los pequeños agricultores.

'Esto conlleva a baja productividad del talento humano, menor potencial de los cultivos, dificultades para encontrar mercados e imposibilidad de crecer rápidamente', afirma Sandoval.

Conclusión a la que también llega el censo. El 16,4 % de los productores agropecuarios solicitaron crédito, y en el 70% de los casos, para las parcelas rurales pequeñas, este fue negado. También se encuentra que en muy pocas zonas del país hay disponibilidad de infraestructura para apoyar al sector, así como bajo relevo generacional, sobre todo en áreas netamente agropecuarias, y falta de mano de obra calificada para competir, administrar, mercadear e innovar.

Estrategias

A nivel internacional, algunas de las alternativas para continuar con el desarrollo agrícola es la generación de mecanismos como la implementación de encadenamientos productivos que promuevan, mejoren y estabilicen los vínculos comerciales entre las firmas proveedoras y compradoras. Así se busca que el encadenamiento permita financiamiento y mejoramiento tanto de infraestructura como de calidad de vida para este primer segmento (actualmente el 73,7% de los productores no pertenece a ningún tipo de asociación que logre encadenamientos con la industria).

'Se pueden implementar programas que promuevan la competitividad de los proveedores por medio de modelos de empresas tractoras y macroruedas de negocios que faciliten el acercamiento entre compradores y vendedores. Articular de manera efectiva esos encadenamientos permitirá que las empresas ganen competitividad en los mercados internacionales al poder satisfacer los requerimientos de la industria', explica Moreno.

Sandoval comenta que la CCB ha iniciado un modelo de cooperación implementado por los eslabones del Clúster de Insumos Agroindustriales, para reactivar la actividad agropecuaria y de ahí potenciar el negocio agroindustrial del Atlántico.

Impacto de la agroidustria

La agricultura genera dos tipos de encadenamientos. El primero con la producción agrícola que se suministra como insumos en la fabricación. El crecimiento en la agricultura contribuye al aumento de la elaboración de productos agrícolas, que a su vez ofrece nuevos motores de crecimiento, así como una oportunidad para sustituir importaciones. El otro encadenamiento es hacia atrás, a través de su demanda de insumos intermedios, así como bienes de capital (maquinaria y equipos) cruciales para aumentar la productividad. Sectores agroindustriales comprenden una serie de actividades de fabricación que tienen vínculos directos de producción entre la agricultura y la manufactura.