La agonía del negocio de apuestas, la necesidad de seguir haciendo empresas y un viaje a Costa Rica ayudaron a concebir lo que hoy es Las Vegas Recreaciones Club, considerado por sus comensales y anfitriones como uno de los mejores lugares para disfrutar de encuentros familiares sin salir de Barranquilla.
Javier Corzo, socio y fundador del negocio, resume el concepto de este servicio: 'todo está en un mismo lugar y con un ambiente especial'.
A diferencia de la ciudad de EEUU, selectiva para la diversión de ludópatas, Las Vegas de Barranquilla nació hace una década para todo tipo de público. La gastronomía, shows en vivo, eventos, zonas de juego para adultos y niños cultivan la atención y el servicio en un área de 5.840 metros cuadrados.
Todo empezó a finales de 1998, cuando Jaime Corzo y Antonio Ayala, uno de sus socios, viajaron a San José de Costa Rica con la idea de traer a Colombia los bingos de beneficencia administrados por la Cruz Roja de ese país. Habían viajado luego de no haber podido unir a los dueños del chance de Barranquilla y que el negocio perdiera auge y estuviera en riesgo de desaparecer.
De Costa Rica regresaron admirados con Las Vegas de la capital, San José, un complejo ubicado en las periferias de la ciudad. Corzo y Ayala recuerdan que era un lugar de fácil acceso, amplio, que recibía cientos de turistas, mujeres y hombres solteros, donde había música en directo, bar y juegos. En resumen, sintieron la seguridad y el buen ambiente que ofrecía el sitio. Por eso se preguntaron: '¿Por qué esto o podía darse en Barranquilla?'.
Con el aguijón de importar esa idea de negocio, los dos socios consolidaron la iniciativa vinculando la comida tradicional de su región, la de los Santanderes con sus azados, y los juegos con el tejo, bolo criollo, que mezclaron con gustos del ser caribeño.
El arquitecto Adonai Rueda concibió la iniciativa en un diseño que exigía un área de más de 3.000 metros cuadrados por los espacios que desde la concepción involucraba un restaurante, cocina, piscinas y áreas húmedas, y cerramiento.
La tarea encargada a Jaime Corzo y Antonio Ayala fue buscar ese lote que encontraron en la calle 44 con carrera 22. 'Desde que lo vi me enamoré de ese lugar', recuerda Jaime Corzo.

Después de convencer a sus propietarios a vender, hubo un trámite largo en la Curaduría Primera de Barranquilla y la Secretaría de Planeación, porque el lote tenía dos tipos de uso. La constructora Certain, antigua propietaria, iba a levantar unidades habitacionales, donde antes funcionaron unos talleres de la empresa de transporte Sánchez. La negociación se cerró por $506 millones en 2003. Fueron tres años para estructurar el proyecto que por su grandeza y trámites llevó a desistir a Antonio Ayala.
Jaime Corzo cuenta que buscó nuevos inversionistas y a través de sus amigos Manuel Rueda, Gonzalo Díaz y Ricardo Díaz los encontró para arrancar en junio de 2004 la construcción y garantizar acabados y la estructura. La apertura se dio el 5 de marzo de 2005 con un 70% de las obras del proyecto.
Las Vegas Recreación Club abrió después del Carnaval de 2005 y la inversión en obras se estimó en unos $400 millones. El suceso llevó a que todo lo que se preparaba se vendía. La fortaleza del servicio, la atención, la comida santandereana, los precios y los espacios destinados, apalancaron el negocio. Desde 2009 han crecido en las áreas de restaurante, show en vivo, casino, áreas húmedas y salón para eventos. Las ampliaciones en 3 cuartos fríos y piscina se dieron a partir de otra variable de la administración: 60% y 70% de las utilidades son invertidas. Además la rentabilidad la obtienen por la venta en volúmenes que miden con el menú.

Es abundante, económico y de buena calidad, admiten sus anfitriones y trabajadores de cocina. 'Las Vegas es como mi hijo. Lo he visto crecer desde su apertura. Es agradable venir a trabajar. Y aquí no hay día malo en ventas', afirma Francisco Arrieta, mesero.
Las compras son clave para los más de 100 platos que ofrecen y fidelizan clientes día a día. La estrategia es pagar un poco más por un producto de calidad. 'Soy exigente en eso en las carnes de primera. Reviso las verduras, por ejemplo, y si no cumplen el requisito, llamo al proveedor y la devuelvo en seguida', admite Jaime Corzo.
