El aumento en los precios de la canasta básica, de las tasas de interés, y del dólar se ha intensificado desde comienzos de 2016. Estos movimientos en la economía del país son señales de que este año a los colombianos su dinero les rendirá menos.
Ponerse en los zapatos de un millenial, término utilizado para llamar a la generación que nació entre 1981 y 1995, es un buen ejercicio para dimensionar el impacto de la economía nacional en la vida cotidiana.
Según las proyecciones de población del Dane, por lo menos un cuarto (25%) de la población del Atlántico entraría dentro de este rango.
Los registros de varias consultoras de recursos humanos de Barranquilla coinciden en que un joven profesional, que trabaje en una empresa privada y que por lo menos cuente con un año de experiencia, puede estar ganando, en promedio, entre $1.800.000 y $2.500.000.
Andrea Cabrera vive con su mamá y trabaja en un banco de la ciudad. Con un sueldo de $2.000.000 compra su mercado personal, paga el gimnasio, aporta al mantenimiento del carro y se ocupa de sus gastos con tarjeta de crédito. 'Desde que empecé a trabajar cubro todos mis gastos personales', dice.
La ejecutiva de cuentas de 23 años, que admite que entre sus gastos principales están los viajes, percibe el aumento del precio de los alimentos y de los productos de aseo personal. 'Hace un par de días hice una compra en el supermercado y gasté cerca de $60.000, cuando antes pagaba $35.000 por lo mismo'.
Para ningún consumidor es un secreto que la inflación viene subiendo desde el año pasado. En febrero, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de los últimos doce meses fue de 7,59%, y Barranquilla, con 8,49%, fue la tercera ciudad del país con mayor inflación.
Las cifras oficiales muestran que el nivel del aumento generalizado de precios no solo superó la meta del Banco de la República de entre 2% y 3%, sino también el incremento salarial de 7% establecido por el Gobierno. Esa decisión se tradujo en un salario mínimo mayor en $45.000 frente al del año pasado, por lo que el sueldo que reciben por lo menos 1,7 millones de personas en el país pasó de ser $644.455 a $689.455.
Con ese monto presente, Fabián Fontalvo calcula que gana mensualmente entre dos y tres salarios mínimos como contador de una empresa familiar. A sus 31 años vive solo, y con su sueldo paga el arriendo, el mercado, una tarjeta de crédito, y parte de la cuota inicial de un apartamento que debe estar listo el año que viene, además de sus gastos personales. No ahorra, pero tampoco tiene créditos ni deudas vigentes.
'Aplico mis conocimientos en finanzas al manejo de mis ingresos personales; trato de no gastar lo que no tengo y me la paso buscando promociones, descuentos y bonos en el sitio web de ofertas Groupon para ahorrar cuando puedo', afirma. En febrero, viajó a Panamá con un paquete de $1.300.000 que pagó con su tarjeta de crédito. Difirió el pago a cuotas para liquidarlas antes de que acabe el año.
Explica que intenta mantener el uso de su cupo por debajo de 30%, y hacer compras a una sola cuota cuando puede. Sin embargo, con el aumento de las tasas de interés del Banco de la República, puede que termine desembolsando un poco más de lo que tenía planeado inicialmente.
La tasa de intervención del banco central era de 4,5% en agosto del año pasado, y se ubicó en 6,5% con el último aumento la semana pasada. Esta medida, que busca controlar la inflación, se refleja más rápidamente en las tasas de interés de las tarjetas de crédito.
Victoria Charris prefiere no tener tarjeta de crédito por ahora. Con un salario de $2.000.000 como coordinadora de gerencia en una empresa privada, gasta casi todos sus ingresos en el arriendo y los servicios, una manutención con la que ayuda a su mamá, y en sus gastos personales. Ahorra cuando las bonificaciones que recibe en su salario se lo permiten, porque se acuerda de una frase de su papá: 'así sea de $5.000 en $5.000 se ahorra'.
Tal vez por eso afirma que ha recortado un poco los gastos en salidas, viajes e incluso el servicio pago de antena satelital DirectTv. Por la señal con canales premium y en alta definición (HD) pagaba cerca de $200.000 al mes, mientras que hace unos años eran $160.000. 'A partir del mes que viene suspendí el paquete HD y con eso me ahorro $60.000', dice.
La televisión que usa la compró el año pasado en $700.000, pero cuenta que hace un par de días pasó por el local y el mismo aparato estaba en más de $1.000.000.
La variación en el precio de los bienes importados se ha intensificado por cuenta del alza del tipo de cambio. A pesar de que durante los últimos días la tasa representativa del mercado (TRM) bajó y alcanzó a cotizarse a $3.049, continúa por encima de la barrera de los $3.000. En la misma época hace un año, el precio promedio del dólar rondaba los $2.700, lo que muestra un aumento de cerca de 15% en el último año.
Victoria Charris es consciente de esta situación y afirma que 'definitivamente por ahora no tiene pensado comprar ningún electrodoméstico, ni producto de tecnología'.
Su opinión se ve reflejada en los resultados del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de Fedesarrollo, que mide la percepción de los consumidores de la situación del hogar y las expectativas que tienen respecto a la economía del país. Según los resultados de febrero, la disposición a comprar bienes muebles y electrodomésticos disminuyó el mes pasado y se ubicó en -41,4%, el nivel más bajo del que se tiene registro. En Barranquilla, este indicador fue de -22,8%.
Comprar un carro. Si en algo concuerdan la mayoría de personas actualmente es en que no es el momento de comprar un carro.
El precio de dos de los modelos más vendidos del mercado colombiano ha aumentado en comparación con lo que costaban el año pasado.
Según los registros de la revista ‘Motor’, un Chevrolet Spark GT mecánico y con aire acondicionado costaba en febrero $32.670.000, mientras que en el mismo mes del año pasado estaba en $31.490.000. En el segundo caso, un Renault Authentique, nuevo y con aire acondicionado, se conseguía el mes pasado en $33.490.000, mientras que en febrero de 2015 estaba costando $28.790.000. Este aumento es de 16,32%.
Oliverio García, presidente de la Asociación Colombiana de Vehículos Automotores, Andemos, explica que la variación del precio depende del tratamiento que le esté dando cada empresa del sector al incremento del dólar, el nivel de inventario que manejen, y las tasas de cambio que negocien con anticipación con los bancos. García señala que los precios continuarán subiendo por lo menos a lo largo de este año en la medida en que se nivelen con la tasa de cambio actual.
El peso del consumo. El consumo de los hogares colombianos juega un rol clave en la economía del país. El año pasado representó 65% del PIB por demanda. Además, con un crecimiento de 3,9%, el consumo fue un jugador importante para el crecimiento anual del país que fue de 3,1% en 2015.
En enero, las ventas del comercio minorista crecieron 2,2% anual, y 2,8% sin incluir las ventas de vehículos, que disminuyeron.
Sin embargo, según el ICC de Fedesarrollo, en febrero la confianza de los consumidores en el país fue de -21%, lo que muestra una caída de 35 puntos frente al mismo mes del año pasado. El indicador también mostró niveles negativos en la capital del Atlántico el mes pasado: -7,3%.
Dann Payares Ayola, profesor del departamento de Economía de la Universidad del Norte, explica que el aumento en los precios está afectando principalmente la capacidad de ahorro y adquisición de bienes durables, como los electrodomésticos. Y esto incide directamente en la percepción que tienen las personas de la economía nacional; 'cuando a ti te duele el bolsillo, todo está mal', explica en palabras sencillas.
El especialista aclara que 'entre más poder adquisitivo tiene una persona, menos siente el aumento de precios. Los componentes del consumo de los estratos bajos están representados en el transporte, la alimentación y la vivienda, por lo que tienen menos capacidad de decir ‘bueno este producto está más caro, pero lo compro’. Para el economista, 'muchas personas siguen comprando, pero pagando más por lo mismo'.
Andrés Escobar Espinoza, director de la revista Panorama Económico, de la Universidad de Cartagena, concuerda y señala que al analizar las expectativas de las personas hay que tener en cuenta las diferencias entre las ciudades, la situación económica de las familias y los niveles de información entre las personas.
'En las expectativas de las familias pesa desde el anuncio de una reforma tributaria hasta el tema de la crisis energética y la posibilidad de un racionamiento', dice.
Para Payares Ayola, es necesario que transcurran varios meses para que se refleje una disminución real en las cifras de consumo nacionales. 'Los indicadores macroeconómicos muestran señales de alerta pero todavía no están en niveles críticos. Hay que esperar para ver cómo se desarrolla la economía', concluye.