Compartir:

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los precios de los alimentos en el mundo han caído por cuatro años consecutivos. Tendencia explicada por la abundancia de suministros agrícolas, la desaceleración de la economía global y la fortaleza del dólar estadounidense. Sin embargo, en Colombia, la situación va por otro camino.

El más reciente informe del Dane señala que los precios de los alimentos en el país subieron 8,36% entre enero y julio de 2016, y en los últimos doce meses acumulan un incremento del 14,28%. A pesar de los esfuerzos del Banco de la República, la inflación entre enero y junio de 2016 ya se ubica en 5,1%.

Sin duda, el fenómeno de El Niño que se presentó en el país entre 2015 y el primer semestre de 2016, tuvo un impacto directo en los precios de los alimentos, pues redujo la oferta agrícola. Según Andrés Vargas, profesor del IEEC de Uninorte, si bien este es un fenómeno transitorio su efecto sobre los precios no cesa en el momento que se normaliza el clima, sino que se disipa paulatinamente. 'Se estima que el efecto máximo sobre precios se observa hacia el quinto mes del choque climático', agrega.

Esta situación deja a las familias colombianas como las principales afectadas: los incrementos constantes de los precios de la canasta familiar ya superan el aumento del salario mínimo acordado en enero de este año (7%).

A pesar de que el gobierno nacional ha creado incentivos a la producción a través de subsidios para incrementar la oferta y lograr bajar los precios, la incertidumbre sobre el estado de la Unión Europea, que ha llevado al repunte del dólar; el fenómeno climático de La Niña, previsto para octubre de este año; y ahora el paro camionero, impulsan las expectativas de incrementos sustanciales para los próximos meses.

Efectos del paro

Después de 30 días de protestas, los efectos del paro ya se sienten significativamente en el precio de los alimentos. Los datos del Sistema de Información de Precios del Sector Agropecuario (Sipsa) del Dane muestran que los precios de productos como la cebolla larga, yuca, maracuyá, pimentón y guanábana, entre otros, han aumentado en un 166%, 66%, 60%, 40% y 39%, respectivamente.

Leopoldo Gómez, profesor del IEEC de Uninorte, explica que cualquier fenómeno que reduce la oferta de alimentos, al evitar que estos lleguen a los mercados finales, eleva los precios de los alimentos. No obstante, el incremento acumulado es mayor por los efectos del precio del petróleo sobre el dólar, lo cual ha incrementado los costos de los bienes domésticos que requieren insumos importados para su producción.

'Hay que ser prudentes y no caer en declaraciones desmesuradas de grupos económicos individualmente afectados. El paro no es más que un evento coyuntural, que no debe tener impactos de largo plazo en la inflación', dice Gómez.

Los sectores que más sienten el paro son aquellos que dependen de un flujo constante de insumos desde los puertos hasta las zonas de producción. 'En el sector avícola, por ejemplo, la dificultad para asegurar el suministro de maíz y torta de soya, que son importados, está limitando la capacidad para mantener la oferta de pollo y huevos, lo que termina reflejándose en unos precios más altos al consumidor final', señala Vargas.

Política agropecuaria

Aunque la opinión haga énfasis en el impacto que el paro ha tenido sobre los precios, este no deja de ser un fenómeno temporal. Expertos en el tema coinciden en que la distorsión de precios que pagan los colombianos tiene sus causas en las políticas agropecuarias, sobre todo en aquellas que regulan los precios que reciben los productores.

Por ejemplo, en 2013 el valor de las ventas del sector agrícola en Colombia fueron $52 billones, de los cuales $11 billones provienen de la política sectorial: $7,5 billones corresponden a un precio extra originado en mecanismos de protección que pagan las familias colombianas por las compras de estos productos; $1,5 billones a dinero que el Gobierno le entrega directamente a los agricultores (crédito subsidiado, pagos directos como el PIC del café); y finalmente, $2 billones a bienes públicos.

Según Gómez, en el país faltan políticas agropecuarias, lo que se nota cuando el objetivo es elevar los precios por encima de los de un mercado competitivo. 'Un factor que sí distorsiona los precios de los alimentos permanentemente es la alta desigualdad en la propiedad de la tierra', agrega.