La agroindustria del aceite de palma es una de las que registra un mayor dinamismo en materia de comercio exterior en el país. Durante el 2017 el 50% de la producción nacional, unas 817 mil toneladas, fueron destinadas a la exportación.
Entre enero y noviembre del año pasado, las ventas externas del producto crecieron en un 57,9%, pasando de 225,5 millones de dólares en 2016 a 356,2 millones de dólares en 2017, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). El mayor volumen de exportaciones de aceite de palma, cerca del 60%, está destinado al mercado europeo.
El presidente de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), Jens Mesa, señala que la fuerte dinámica exportadora ha llevado a que los aceites de palma sean, después del café, los que más contribuyen al buen comportamiento de las exportaciones agrícolas del país.
El dirigente gremial atribuyó el crecimiento de las exportaciones al buen desempeño de la producción que el año pasado estuvo en el orden de los 1,6 millones de toneladas, las cuales representaron un valor aproximado de 3,3 billones de pesos.
Las cifras de producción, que fueron calificadas como récord por el gremio, representan un crecimiento superior al 42% si se compara con las registradas en 2016.
'El sector palmero colombiano continúa consolidándose como uno de los líderes en el ámbito agropecuario, pues esta dinámica se ha sustentado en una base empresarial con altas condiciones de formalidad', sostuvo Mesa.
Destacó que el sector genera unos 160 mil empleos directos e indirectos en el agro colombiano.
En el país hay unas 500 mil hectáreas sembradas de palma de aceite con cerca de 5 mil productores en 124 municipios de 20 departamentos. Solamente en el Magdalena hay 57.273 hectáreas sembradas.
Fedepalma considera que son varios los retos que tiene el sector para seguir creciendo en este año, entre ellos están continuar mejorando la productividad, cerrar las brechas tecnológicas entre productores y las escalas de producción; el mejoramiento del estatus fitosanitario, con énfasis en el control de la pudrición del cogollo.