Luego de más de dos años de enfrentamientos, las economías de Estados Unidos y China empiezan a mostrar afectaciones derivadas de la adopción de medidas tarifarias o estrategias políticas para dificultar el comercio bilateral. Por el lado de Estados Unidos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pronostica que el crecimiento para 2019 será de 2,5 % (en 2018 fue de 2,9 %). Por su parte, China registró durante el último trimestre su crecimiento más bajo (6,2 %) en los últimos 27 años.
En el mientras tanto, casi todos los países, de una u otra forma, han sentido las consecuencias. En medio de la incertidumbre, los países que se mantienen al margen del conflicto deben tomar decisiones que busquen mitigar el impacto negativo que este pudiera generar. Colombia no es la excepción. Camilo Almanza, profesor de Economía de Uninorte, considera que se debe diferenciar entre lo que quisiéramos hacer y lo que realmente podemos hacer.
'Es claro que EE.UU. es el principal socio comercial y aliado de Colombia en el hemisferio. Esto implica que, aunque quisiéramos optar por una estrategia diferente, EE.UU. cuenta con numerosos instrumentos para imponernos sus prioridades comerciales y políticas', dice Almanza.
Por su parte, Jahir Lombana, profesor de la Escuela de Negocios de Uninorte, indica que países como Colombia deben encontrar dónde proveer los recursos que China ya no está demandando, mientras que se asume que las importaciones provenientes del mismo país se reducirán. 'Es necesario identificar los productos chinos o estadounidenses en los cuales Colombia podría tener una ventaja frente a ellos y a terceros países', señala Lombana.
Disputa por el dólar.Para Estados Unidos el panorama económico pareciera ser más favorable que para los chinos. Desde que el presidente Donald Trump asumió su cargo, la inversión proveniente de China a EE.UU. ha caído cerca del 90 %, hecho que ha tenido un gran impacto en la industria inventiva localizada en Silicon Valley, como también en el mercado inmobiliario y el sector agroindustrial. La situación actual evidencia que se ha desmoronado una relación económica que durante años tendía a la integración entre ambas naciones.
La principal estrategia del presidente Trump para fortalecer la economía de su país, es bajar el valor del dólar. Con esto espera favorecer las exportaciones provenientes de su país. Estrategia que ha encontrado dificultades en la gestión de la FED, entidad encargada de ejecutar la política monetaria en Estados Unidos, pues recientemente subió la tasa de interés, que implica un gran obstáculo para los planes del presidente.
Leopoldo Gómez-Ramírez, profesor de Economía de Uninorte, explica que el objetivo primordial de la FED es controlar la inflación y su instrumento central para hacerlo es la tasa de interés: 'La sube para reducir la inflación (pues ello desincentiva la demanda agregada). Así que si la FED prevé que la incertidumbre tendrá efectos inflacionarios (por ejemplo, al provocar una salida de capitales de EE.UU., lo que a su vez podría tender a depreciar el dólar, lo que a su vez podría generar inflación) suben la tasa'.
La disimilitud en los objetivos de la FED y el presidente Trump, llevó a que este último declarara recientemente que la gestión de la FED debilita la economía estadounidense, y que Xi JinPing, su homólogo chino, tiene mucho más control sobre la gestión de su banco central.
Ese tipo de comentarios, muy frecuentes por parte de Trump, despiertan especulaciones sobre lo que podría hacer. En este caso se podría pensar en estrategias del ejecutivo para influir sobre la política monetaria al interior de EE.UU. De acuerdo con Gómez-Ramírez, la injerencia de Trump en la FED puede ser muy perjudicial, porque él parece muy poco prudente en sus decisiones económicas, en cuanto a lograr un bienestar general.
'A menos que se modifique el objetivo de control de inflación de la FED, es muy poco probable que acontezca una guerra de política monetaria. Trump deberá recurrir a aranceles y cosas por el estilo, pero es poco probable que pueda usar a la FED (su instrumento de tasa de interés) en una guerra comercial', agrega el profesor.
La desaceleración china.El más reciente informe del BID indica que la economía China se encuentra experimentando una transición hacia una economía estructurada sobre el consumo y la demanda doméstica. Para ello, se están tratando de alejar de un modelo basado en la inversión y las exportaciones. Sin embargo, aún depende de una amplia proporción de su sector externo, por lo que la tensión con Estados Unidos amenazan su crecimiento. Para el BID, cualquier disminución significativa del crecimiento de China tendría un impacto negativo en América Latina y el Caribe.
El profesor Almanza explica que para los chinos su comercio con el resto del mundo representa alrededor de un tercio de su PIB. Y ser la segunda economía más grande del mundo, agrega, implica que un bajo crecimiento se traduciría en una contracción del comercio mundial. 'Para Latinoamérica y Colombia esto se traduce en una menor demanda de materias primas y en un efecto negativo en el ingreso de divisas debido a las menores ventas', precisa Almanza.
Para alcanzar sus objetivos de crecimiento, China necesita insumos, particularmente minero-energéticos, lo cuales provienen de otras partes del mundo. 'Cuando dicha economía se frena, también frena las compras de insumos y esto perjudica a sus proveedores, lo que a su vez ralentiza sus exportaciones y como mayor exportador mundial, el comercio internacional sufre unva caída general', anota Lombana.