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De repente, al pedir la cuenta, en el restaurante italiano donde acostumbra ir a cenar con su esposa, Carlos Moreno se dio cuenta de que el precio de los platos había subido. 

Con mucha cautela después de pagar tomó la factura y se acercó a la barra donde la administradora del sitio lo esperaba con una sonrisa cándida. 'Buenas tardes, ¿le puedo ayudar en algo?', preguntó.

Carlos, un poco apenado, le indagó qué pasó, por qué esta vez la cuenta subió tanto si consumió lo habitual que él suele pedir en ese restaurante italiano, uno de los más prestigiosos al que acude por la calidad de su comida, su buena ubicación y especial atención.

 'Hicimos el reajuste de precios', le respondió la joven de manera tajante, lo que no le explicó fue que los ingredientes que usa el restaurante como el aceite de oliva y la pasta de tomate, entre otros, son importados y sus precios ya se han visto impactados por el aumento del dólar.

'La verdad creo que con este dólar tan caro toca cuidarse el bolsillo, uno no cree que le puede afectar pero vea usted que sí', afirma el visitador médico de 34 años.

Para entender la escena hay que remontarse diez años atrás, cuando el escenario de la tasa de cambio en Colombia era completamente diferente. En agosto de 2009, el dólar bordeaba los $2.000 o menos, es decir perdía precio frente al peso colombiano. Revalaución, le dicen los economistas.

En las últimas dos semanas cuando la divisa estadounidense alcanzó picos máximos por encima de los $3.400 y cuando la onda expansiva de la guerra comercial entre las potencias Estados Unidos y China, está produciendo estragos en todo el mundo, el peso colombiano ha demostrado la enorme volatilidad que tiene, la cual la llevó a una acelerada devaluación.

Lo que no sabía Carlos es que los precios de la carta de su restaurante favorito habían variado ante el aumento del precio de la materia prima importada con la que se elaboran los alimentos que se expenden en un establecimiento de altas calificaciones como ese italiano al que va con regularidad.

Normalmente a los consumidores finales de algunos bienes y servicios, les suelen afectar las fluctuaciones en la tasa de cambio, cuando los establecimiento de los que son clientes compran productos que no tiene origen en Colombia y los pagan en dólares, lo cual hace que la estructura de costos se vea modificada de manera irremediable.

Para bien o para mal

El analista y empresario Joseph Daccarett sostiene que las variaciones en el precio del dólar impactan al consumidor final en Colombia en diversas maneras, ya sea de forma negativa, pero también de forma positiva.

'Colombia es un país cuya economía se sostiene en gran medida por las remesas que se reciben de compatriotas residentes en el extranjero, especialmente en Estados Unidos. Si una persona antes por cada dólar que le mandaban recibía $2.900 o $3.000, ahora está recibiendo $400 más. Una cifra como USD300, le está representando $120 mil más que antes', explica Dacarett.

Esto lo puede confirmar Marlene Martínez, una ama de casa de 55 años cuyo hijo le envía mensualmente desde Estados Unidos unos USD500. 'Hace tres años que se fue y acaba de encontrar un trabajo mejor que el que tenía antes', asegura con orgullo.

'La verdad es que sí he sentido el cambio del dólar, ahora recibo más pesos por la misma platica, me rinde más, puedo comprar más cosas, ojalá que se quede así por mucho tiempo', agrega entre risas.

Marlene, quien no quiere que se use su nombre real, dice que reclama su remesa en un establecimiento que está en un centro comercial y allí mismo hace un mercado. 'Hay meses que me manda un poco más, eso depende de cómo le vaya', asegura.

Joseph Daccarett explica que este es otro de los aspectos positivos de un dólar alto, pues hace que la gente que recibe remesas pueda consumir más. Es decir, dinamiza la economía nacional. 'En ese sentido es bueno y es parte de la respuesta a por qué el consumo en Colombia está en el 4,2 ya que cerca de USD3.000 millones ingresan al país cada año por concepto de remesas', explica.

Compra en dólares y paga más

 La otra cara de la moneda la representan quienes están habituados a hacer compras en línea a través de plataformas en las que se paga en dólares, la mayoría de ellos son milenials quienes se están viendo afectados, ya que estas se ciñen a la TRM (Tasa Representativa del Mercado) vigente para el momento en que se hace la transacción.

Esto quiere decir que la plataforma debita de la tarjeta de crédito del colombiano que hace la compra, el equivalente en pesos de lo que esté costando el dólar en ese momento.

Si una persona compró hace un año un teléfono celular en USD500, en aquel momento con una TRM cercada a los $3.000 le costó $1,5 millones. Ese mismo artículo con una TRM a $3.400 a día de hoy, le está saliendo por $1,7 millones, es decir $200 mil más. 

'Me gusta comprar en línea productos de maquillaje, tengo muchos, los pago con la tarjeta (de crédito) y me los traen a la puerta de mi casa, pero me he dado cuenta que el cobro que hacen ha subido en comparación con las compras que había realizado antes', señala Laura Ramírez, una joven de 24 años que divide su tiempo entre los estudios y el trabajo en una empresa de telecomunicaciones.

'La verdad estoy pensando en comprar marcas nacionales, estoy buscando una que sea de buena calidad y que no me afecte la piel porque soy alérgica a algunos productos', indica.

Señala que un paleta de sombras por la que pagaba USD20 pasó de costar $60.000 a $68.000. 'Ya no me resulta tan barato y pero, porque siempre compro varios productos, eso me dispara la cuota de la tarjeta, por eso la tengo guardada en estos días', agregó.

Se podría decir que la misma situación que Laura, la enfrentan familias que habitualmente programan sus vacaciones para mediados de año cuando es verano en los países del hemisferio norte, algunas decidieron quedarse en Colombia y otras frenar sus compras en el exterior.

'Este subidón del dólar nos sorprendió en plena visita a los parques de Disney en los que nos tocaba pagar en dólares. Nosotros usamos las tarjetas de crédito que nos dan la posibilidad de pagar en dólares (TRM del día) o en pesos que nos cobra a lo que esté la TRM del día del cobro de la cuota a la que diferimos', cuenta Ana María Pérez, quien acaba de regresar de sus vacaciones con su esposo y sus dos hijos, una niña de 8 y un niño de 12.

'Imagínate, al final del viaje preferimos comprar con efectivo para no endeudarnos tanto', agrega esta ingeniera barranquillera de 40 años de edad. 

Cuando se paga con una tarjeta de crédito se hace una compra en moneda extranjera, por eso se debe revisar el tipo de cambio que están usando. 'Los bancos tiene diferentes cambios para la conversión de dólares a pesos, no varía mucho puede ser unos $10 o $20 más, pero es recomendable revisar el valor transaccional del tipo de cambio', señala Dacarett.

Con la financiación a 12 meses, hay que tener en cuenta que cada mes la cuota se liquida de acuerdo con la TRM del día que se carga la cuota a factura.

El impacto de dólar alto podría desencadenar un fenómeno inflacionario del cual el gobierno se tiene que cuidar, dado que gran parte de la materia prima usada para muchos bienes de consumo en Colombia suelen comercializarse en dólares.

De acuerdo con Dacarett es posible que de momento esto no sea un tema de preocupación, explica que en la medida en que muchos empresarios están a la expectativa de lo que pueda suceder en los próximos meses con la divisa, la mayoría le apuesta a que se alcance una estabilización en un precio más bajo del actual, pero esto es algo que no se puede predecir.

Colombia depende de lo que sucede en el contexto internacional y cualquier hecho que suceda en Alemania China, Brasil o hasta Argentina, nos termina afectando de manera directa.

Una buena racha para el turismo

Una tasa de cambio alta es una buena opción para el turismo nacional, explica el profesor de la Universidad del Rosario Alejandro Useche, pues beneficia al las empresas del sector ya que hace más atractivo al destino por los bajos costos, el turista extranjero encuentra en Colombia un destino apetecible en materia de tarifas. Es decir 'barato', lo cual es una oportunidad que podría beneficiar a todo el clúster de la cadena de turismo. Por otro lado, muchos colombianos que planeaban tomar vacaciones en el exterior ahora ven los destinos nacionales como una alternativa favorable.