En los últimos 50 años, América Latina se ha convertido en un continente mayormente urbano: en 2018, el 81% de la población vivía en ciudades; es la región del mundo en desarrollo más urbanizada. Los latinoamericanos tienen niveles de calidad de vida e ingresos promedios mayores que en cualquier otra época; sin embargo, también enfrentan problemas como la alta contaminación, la congestión vial o la seguridad. Un uso adecuado de las tecnologías de la información (TIC) puede ser la clave para crear ciudades inteligentes que favorezcan el bienestar de las personas.
En el mundo es cada vez más frecuente hablar de ciudades inteligentes. De acuerdo con José Luis Ramos, profesor de Economía de Uninorte, una ciudad inteligente es 'aquella que combina soluciones tecnológicas para resolver las necesidades de la población, fomentando el desarrollo sostenible y una elevada calidad de vida haciendo inversiones significativas en capital humano, cultural y social'.
En este tipo de ciudades, la tecnología y la innovación ocupan un lugar central: son un medio para mejorar el bienestar de las personas, a través del aumento de la eficiencia en la gestión de los servicios públicos, como la educación, el transporte, o la recolección de basuras. En últimas, el objetivo de las smart cities es la transformación digital y tecnológica de las ciudades en aras de buscar una mayor eficiencia en las actividades que hacen parte de la cotidianidad de las personas.
Para facilitar un mejor acceso a los bienes públicos, la gestión de la información es un punto clave. Aquí cobra relevancia la integración de la información en una plataforma horizontal que pueda totalizar todas las fuentes de datos que tenga la ciudad y que permita interrelacionar toda la información de los distintos sistemas informáticos de los servicios que atiende la ciudad. Además, a través del uso del big data, la plataforma debe ser capaz de proveer una visión integral de la ciudad que permita que los hacedores de política puedan tomar decisiones.
Las ciudades inteligentes
Tomando como referencia el Smart City Index, publicado por la Singapur University of Technology and Design y por el Smart City Observatory del IMD World Competitiveness Center, el ranking de ciudades inteligentes es encabezado por Singapur (1), Zurich (2), Oslo (3), Ginebra (4), Copenhague (5) y Bilbao (6). Estas ciudades han realizado diversas innovaciones tecnológicas en materia de tratamiento de aguas, sensores que permiten suministrar información sobre la movilidad o la gestión energética, urbanismo inteligente o cobertura de internet gratis, todo ello en la senda del desarrollo sostenible.
Dentro del informe, que incluye 102 ciudades de todo el planeta, de Latinoamérica solo siete entran en la clasificación: Santiago (86), Buenos Aires (87), Ciudad de México (88), Sao Paolo (90), Medellín (91), Río de Janeiro (96) y Bogotá (98). A pesar de que se reconocen avances, las ciudades latinoamericanas se encuentran bastante rezagadas con respecto a las ciudades líderes.
Según los especialistas, más que los recursos, en América Latina existe una falta de planeación urbana que lastra los esfuerzos por construir ciudades más inteligentes, hasta el punto que algunos consideran que más que hablar de ciudades inteligentes, sería más pertinente hablar de experiencias locales exitosas en algunos temas, como la recolección de basuras o los sistemas de transporte masivo.
María Esperanza Cuenca, profesora de Economía de Uninorte, considera que el criterio de ciudades inteligentes no aplica en la región. 'Latinoamérica sigue caracterizada por tener poco bienestar en el tema, destacándose aún más las ciudades pequeñas y los entornos rurales. Pues si bien es cierto existen ciudades como Ciudad de México, Sao Paolo o Bogotá entre las más pobladas del mundo y que más del 80% de la población vive en ciudades, aproximadamente el 27% de la población urbana vive en asentamientos informales desprovistos de los servicios básicos. Y si no se ha garantizado el suministro de bienes básicos, ¿qué podría decirse de la tecnología?', dice.
Limitantes en Colombia
En el país, Medellín y Bogotá son los casos más notables de transformación digital de la vida cotidiana. Medellín lleva la delantera debido a las grandes mutaciones que ha sufrido el sistema de transporte público local en los últimos veinte años, al punto de ser nombrada el año pasado como el Centro para la Cuarta Revolución Industrial en América Latina por el Foro Económico Mundial.
El de Medellín es uno de los centros regionales identificados por el Foro, junto con los de Estados Unidos, China, Japón, Emiratos Árabes, Israel o Noruega.
Pese a esto, a las ciudades colombianas todavía les queda mucho camino por recorrer si quieren hacer de ellas ciudades más inteligentes. Ramos explica que de una lista de 15 indicadores utilizados para proponer soluciones TIC’s, el Observatorio Smart City del IMD World Competitiveness Center les preguntó a los ciudadanos que seleccionaran 5 que percibieron como los más urgentes para su ciudad; para Medellín y Bogotá los habitantes eligieron: contaminación del aire, seguridad, corrupción, empleo satisfactorio y congestión vial.
Además de estos cinco aspectos, la profesora Cuenca añade que la ausencia de estrategias de largo plazo y exigencia de buena política también influyen. 'Ha faltado visión estratégica y entender que, a mayor tecnología, se obtienen externalidades importantes, por ejemplo, en educación. Parte del subdesarrollo está medido por estas carencias. La corrupción y la falta de visión han ralentizado la posibilidad de acceder a ciudades basadas en tecnología, y la falta de educación permite que seamos relativamente hábiles usuarios de la misma; pero limita la posibilidad de innovación en el futuro'.
Retos para 2050
Según Naciones Unidas, la concentración de personas en las ciudades seguirá aumentando durante mucho tiempo. El organismo prevé que para 2050 el 70%de la población mundial viva en ciudades. En un contexto de desarrollo sostenible, esto plantea varios retos y posibilidades para las ciudades que sepan adaptarse a entornos de alta densidad demográfica, especialmente en continentes como Asia, África y, en menor medida, América Latina.
Ramos señala que 'los mayores retos de las ciudades latinoamericanas para convertirse en ciudades inteligentes, son: gobernantes con mentalidad al cambio, lo que obliga que las apuestas de inversión deben concentrarse cada vez más en la calidad de vida de las personas; resolver las necesidades de servicios públicos sociales oportunamente, fomentando el desarrollo sostenible y una elevada calidad de vida; invertir en formación de capital humano desde los primeros años de vida; generar ecosistemas inteligentes que permitan el diálogo de saberes al interior del territorio; generar apuestas comunes hacia sectores estratégicos que puedan facilitar soluciones tecnológicas a las necesidades de las personas; implementar estrategias de cultura ciudadana ligadas a servicios sociales para ciudadanos digitales'.