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A las puertas de un nuevo año es un deber detenerse a reflexionar y valorar aquello que se ha aprendido en todos los aspectos, en especial tras un año lleno de desafíos como lo ha sido el 2020. En cuanto al tema económico, según coinciden los gremios de la ciudad, la gran lección de este año es que nada está definido y que el destino puede ser más frágil de lo que aparenta.

El que parecía ser un año lleno de acontecimientos que marcarían un antes y un después en la historia reciente de Barranquilla y la región se convirtió de la noche a la mañana en una promesa inconclusa como consecuencia de la pandemia que como un agente invisible frenó el crecimiento económico, paró la producción de las empresas, golpeó los bolsillos de los ciudadanos y llevó a la destrucción de cientos de empleos.

Aunque la pandemia por la Covid-19 ralentizó la dinámica de crecimiento que la ciudad venía presentando no apagó el coraje y la determinación de los barranquilleros por sobresalir. La pausa les permitió a muchas personas abrir la puerta del emprendimiento y encontrar en su idea el sustento para su familia. Otros, en cambio, supieron leer el momento y vaticinaron en la coyuntura una reinvención de sus empresas para resistir.

Un ejemplo de ello es que durante este año la virtualidad fue la mejor aliada de cientos de negocios en Barranquilla, permitiéndoles acompañar a sus clientes por medio de una nueva experiencia que se convirtió en la vía principal para recibir ingresos y subsistir. De ahora en adelante, esta lección aprendida, según cuentan, la tendrán aún más presente y formará parte de su estrategia diaria en el nuevo porvenir.

Por fortuna, la rápida acción gubernamental y las propuestas para salvar la economía fueron acertadas y tras unos meses de temor e incertidumbre le permitieron a la urbe ir recuperando su compostura lentamente, siendo líder en la reactivación del país.