Ha sido duro. Mi hermano y yo estamos viviendo del día a día desde el año pasado. Por fortuna, nos podemos ayudar entre ambos', confiesa Julio López, un barranquillero que labora como independiente en su propio taller de litografía cerca del centro de la ciudad. Las ventas, según dice, no han sido las mismas desde hace un año por efectos de la pandemia y aunque sus esperanzas por un futuro mejor se mantengan sólidas, los picos imprevisibles de la pandemia le traen pésimos recuerdos de cuarentenas eternas que juró olvidar.
'A mí esto me ha afectado en las ventas, las cuales me han bajado muchísimo desde hace un año, porque al haber menos comercio, la gente gasta menos en litografía o en papelería (que son mis clientes) y por ende tengo menos ingresos', confesó López.
El ciudadano precisó que si bien entiende las afectaciones económicas a su negocio, cree que los cierres de la actividad productiva que por las noches se están presentando en la ciudad 'se necesitan' por el inminente colapso al que está amenazado el sistema de salud ante la dinámica avasallante del tercer pico de la pandemia.
'Estos cierres de ahora se necesitan, pero siempre afectan la economía; aunque es peor un colapso', dijo el litógrafo.