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'No le recomiendo a nadie hacer este tipo de préstamos. Se soluciona un problema de plata en el momento, pero después viene un infierno que no se lo deseo ni a mi peor enemigo', dice María*, una comerciante barranquillera, a quien la necesidad de financiación la llevó a caer en las garras del ‘paga diario’.

María relata la experiencia por la que tuvo que pasar, al igual que muchos colombianos, que solo de esta manera han logrado acceder a un microcrédito para apalancar el negocio con el que se ganan la vida de manera digna.

Recuerda que tras tener reporte negativo en su historial crediticio por retrasos en los pagos de tres tarjetas de crédito, tuvo que recurrir a este esquema informal, aun sabiendo a lo que se exponía, pero sin más alternativas.

'Una persona conocida me los recomendó y me prestaron el dinero que necesitaba, me pareció una solución rápida, pero luego me di cuenta de que terminaría pagando más de la mitad del capital', relata compungida.

'Conté con la ‘suerte’ de que el cobrador que me tocó era respetuoso, pero he conocido casos de personas a quienes les han quitado los electrodomésticos y otros elementos de su casa o los han maltratado porque no pueden pagar', cuenta mientras sus ojos se posan en el infinito.