Compartir:

Faver Orozco vende queso costeño en la puerta de un supermercado en Barranquilla y recibe una parte de los pagos de sus compradores por aplicaciones digitales.

'Antes no pensaba que me podían pagar media libra de queso ($5.000) con una transferencia y ahora ya me la pagan con el celular, pero hay personas a las que les gusta pagar en efectivo', explica.

Calcula que el 25 % de sus ventas diarias, que también incluyen bollos y masa de maíz, las hace a través de transferencias electrónicas.

El caso de Faver es uno entre muchos micronegocios que se han volcado a la digitalidad para gestionar sus pagos, tales como tiendas de barrio, vendedores de artesanías, de frutas y verduras en plazas de mercado y otros. Sin embargo, en el país aún persiste el uso mayoritario de efectivo en pagos.