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De acuerdo al informe actualizado del Banco Mundial sobre la economía del Oriente Medio y Norte de África, titulado Conflict and Debt in the Middle East and North Africa (Conflicto y deuda en el Oriente Medio y Norte de África), “el deslucido crecimiento y la incertidumbre intensificada en el Oriente Medio están afectando a las economías de toda la región”.

Se prevé que las economías del Oriente Medio “vuelvan a un nivel de crecimiento bajo, similar al que mostraron durante la década anterior a la pandemia. Se pronostica que el producto interno bruto (PIB) de los países del Oriente Medio aumentará hasta el 2,7 % en 2024, lo que representa un crecimiento modesto desde el 1,9 % de 202322″, añade el informe del Banco Mundial.

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Según los datos, este endeudamiento creciente se refleja de manera contundente en los países importadores de petróleo, los cuales en la actualidad poseen una relación deuda-PIB, es decir un 50 % más alta que el promedio global de los mercados emergentes y las economías en desarrollo.

Lo cierto es que los precios del petróleo continúan subiendo en medio de la escalada entre Israel e Irán. De la misma manera en que subió cuando se produjo la invasión de Rusia a Ucrania. Con estas guerras, el mercado saca provecho beneficiando a los países productores, pero este no es el caso de Venezuela.

Cabe recordar, que según los informes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Venezuela solo produce 904.000 barriles por día (bpd), equivalentes a un alza de 4.62 % en comparación con el primer trimestre de 2024; a pesar que cuenta con las reservas petroleras más grandes a nivel mundial no ha logrado llegar al millón de bpd.

Aún así, Venezuela continúa siendo el tercer mayor proveedor de petróleo de Estados Unidos, según cifras de la Energy Information Administration (EIA), entidad del Departamento de Energía de EE. UU., aunque disminuyó su exportación hacia ese país norteamericano de 561.000 barriles por día en 2019, a 308.000 bpd que está enviando en este 2024.

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Es evidente un desgaste en la industria petrolera venezolana, limitando el alza en la producción, la cual se ha venido recuperando gracias a la presencia de algunas trasnacionales como Chevron, que renovó la licencia 41 el pasado 1 de octubre, permitiendo así que Venezuela continúe operando.

Se debe hacer énfasis en que esta licencia se renueva cada seis meses, pero se prohíbe el pago de regalías o impuestos al Gobierno de Venezuela, así como también el pago de dividendos a Petróleos de Venezuela, y la venta de crudo a otro país que no sea EE.UU.