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A veces no basta con apagar las luces al salir de una habitación o desconectar el cargador del celular cuando no está en uso. A pesar de estas buenas prácticas, muchas personas siguen notando que su factura de energía sube sin una explicación aparente.

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El motivo suele estar más cerca de lo que pensamos: en esos aparatos que usamos todos los días y que, por costumbre o desconocimiento, operan sin control ni eficiencia.

Conocer cómo se distribuye el consumo eléctrico dentro del hogar es el primer paso para reducirlo. Y no se trata solo de una cuestión económica, aunque ahorrar nunca está de más.

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Usar la energía de manera más inteligente también implica un compromiso con la sostenibilidad, una responsabilidad compartida que empieza por decisiones individuales.

Desde reemplazar viejos electrodomésticos por modelos más eficientes hasta modificar rutinas simples como el tiempo de uso o la configuración de brillo en las pantallas, cada gesto suma. Pero antes de actuar, es necesario identificar el problema: ¿cuáles son los aparatos que más energía demandan? Aquí están los cinco principales.

1. El refrigerador

Entre todos los electrodomésticos del hogar, el refrigerador ocupa el primer lugar en consumo energético. Y tiene lógica: está encendido las 24 horas del día, los 365 días del año.

A pesar de que muchos modelos actuales son cada vez más eficientes, su uso ininterrumpido lo convierte en el líder indiscutible del gasto eléctrico, con un promedio de 662 kWh al año, lo que representa cerca del 30% del total doméstico.

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Colocarlo lejos de fuentes de calor como estufas o ventanas soleadas, revisar el estado de los empaques y evitar abrir la puerta innecesariamente son medidas básicas pero efectivas para optimizar su funcionamiento.

2. Televisores y consolas

Pocas actividades resultan tan atractivas al final del día como ver una buena serie o jugar videojuegos. Pero ese rato de ocio tiene su precio. El televisor, por sí solo, puede consumir unos 263 kWh anuales, mientras que una consola moderna añade otros 57 kWh.

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En conjunto, este combo puede representar más del 12% del consumo del hogar, especialmente si se usan durante varias horas diarias o si permanecen en modo standby cuando no están en uso.

La solución no implica renunciar al entretenimiento, sino adoptar prácticas simples como apagar completamente los dispositivos cuando no se usan y ajustar la configuración de brillo de las pantallas.

3. Lavadora y secadora

Aunque no se usen todos los días, la lavadora y la secadora también generan un gasto considerable. Juntas pueden alcanzar un consumo de 255 kWh por año, lo que equivale a más del 11% del total eléctrico del hogar. La buena noticia es que aquí hay un gran margen para la eficiencia.

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Esperar a llenar el tambor antes de lavar, elegir ciclos cortos, preferir el lavado en frío y, si el clima lo permite, secar al aire libre en lugar de usar la secadora, pueden marcar una gran diferencia.

4. Horno

Cocinar en casa tiene múltiples beneficios, pero si se hace con el horno eléctrico, conviene saber que este aparato se encuentra entre los más demandantes. Su consumo puede superar los 231 kWh al año, lo que representa más del 8% del consumo doméstico.

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Abrir la puerta del horno durante la cocción, por ejemplo, es un error común que puede incrementar significativamente el gasto, ya que se pierde hasta un 20% del calor acumulado. Cocinar por tandas y aprovechar al máximo cada encendido son estrategias útiles para mitigar ese impacto.

5. Computador

Con la consolidación del trabajo remoto, el computador ha pasado de ser un instrumento puntual a convertirse en un elemento central del día a día. Aunque no lidera en consumo, sí puede representar hasta un 8% del gasto energético total, especialmente si se mantiene encendido durante largas jornadas.

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El modo suspensión, apagarlo por completo cuando no se usa y elegir monitores de bajo consumo son hábitos que reducen de forma efectiva su impacto energético.

¿Cómo saber cuánto consume cada aparato?

Además de observar el uso, hay formas prácticas de calcular el consumo de los electrodomésticos. Primero, se debe identificar la potencia del aparato, que suele venir indicada en vatios (W) o kilovatios (kW). Luego, se multiplica por el tiempo promedio de uso diario, y ese resultado se divide por mil para obtener el consumo en kWh. Finalmente, se multiplica por el costo por kWh que aparece en la factura eléctrica.

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También es importante tener en cuenta que muchos electrodomésticos consumen energía incluso en modo de espera. Es decir, siguen sumando al contador aunque parezcan apagados. Desconectarlos por completo puede parecer un pequeño esfuerzo, pero en términos de ahorro, no lo es.

Tomar conciencia del consumo energético en casa no es solo una manera de equilibrar mejor el presupuesto mensual. Es, además, una oportunidad de contribuir con una vida más sostenible. Los cambios no tienen que ser radicales: basta con revisar qué se usa, cómo se usa y si hay una forma más inteligente de hacerlo.