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Con 16 años de edad, Alfredo Tapia Rizzo tomó la decisión de que su futuro no podía ser igual al de algunos jóvenes que crecían sin mayores aspiraciones. Fue así que en el barrio El Carmen, donde pasó su juventud junto a sus tíos, soñó que podía tener su empresa y trazó un proyecto de vida que hoy lo tiene como uno de los empresarios más influyente en el servicio de taxis en Barranquilla.

Junto a sus sueños, que se consolidaron en su empresa Auto Taxi Ejecutivo, también llegó el deseo de explorar en nuevas tecnologías e innovar con servicios que estuvieran más allá del transporte público. De esa forma, Tapia Rizzo asegura que Auto Taxi fue la primera compañía del país que implementó los servicios programados por teléfono con contestadores automáticos.

Después de 18 años, el espíritu innovador sigue: hace cinco años iniciaron el uso de las aplicaciones para taxis y le han apostado al mercado de Perú (ver recuadro). Gracias a esto, el crecimiento ha sido sostenido entre 25% y 30% en los últimos años.

Pero para obtener esos logros, que el año pasado representaron 3.400 taxis afiliados en Barranquilla, 25.000 descargas de su aplicación y 7.920.000 carreras hechas, Alfredo Tapia admite que ha fracasado dos veces.

Aquel joven que salió de El Carmen, llegó a sus 19 años a la capital animado por su cuñado, que fue jefe de una de las oficinas del Instituto Nacional de Transporte y Tránsito (Intra).

Allí, en el desaparecido ente, Tapia Rizzo recuerda que empezó su recorrido en el sector como un funcionario que aprendió los detalles de los trámites para tránsito libre, entrega de placas, traspasos y compra de vehículos. 'Tuve muchas relaciones con distribuidores de vehículos', destaca Alfredo Tapia, por lo que dos años después se retiró y pasó a la otra orilla: la del comprador y comercializador de carros para transporte público colectivo.

Su rutina de oficinista la combinó con conducir de noche un taxi arrendado y un tiempo después en un vehículo propio que adquirió con un crédito y un socio.

En 1985, tras renunciar al Intra y las buenas relaciones que estrechó, dio el salto a vendedor y luego a propietario de una comercialización de taxis en Bogotá. En 1994 pasó a ser socio de un concesionario Hyundai con el empresario Carlos Mattos.

En su ascenso, Alfredo Tapia no había olvidado a Barranquilla y en 1995 alquiló una casa que fue sede su primera comercializadora en la carrera 43 con 79B. Con su segundo negocio soportó el golpe de declararse en quiebra en liquidación obligatoria, cerrar el concesionario de Bogotá en plena crisis económica del país en 1998 y parar la operación en Lima Perú. 'Tomé la decisión de no seguir en Perú porque no se podía seguir a control remoto. Decidí traer la experiencia de Bogotá a Barranquilla y comenzamos con el radioteléfono', recuerda Tapia Rizzo, quien en esa época ya tenía a su cargo una familia: su esposa y sus dos hijos.

La quiebra no le cortó el vuelo de buscar nuevas soluciones: en 2003 abrió su primera central de llamadas a través del *211, que después pasó a ser el 322 ante la exigencia de normas del Gobierno de omitir el asterisco que era exclusivo para centrales de emergencia.

Sin embargo, en fechas como el 7 de diciembre, el servicio de llamadas de las operadoras no daba abasto ante numerosas solicitudes. De este caso surgió la necesidad de pensar en una contestadora automática.

Alfredo Tapia tomó como referencia la contestadora de los bancos que daba a conocer a los clientes el saldo solo con digitar la cédula desde su teléfono. '¿Por qué no se puede hacer una máquina para pedir taxis que te dé tu dirección con solo llamar desde tu casa?', se preguntó.

Un joven ingeniero que trabaja con una multinacional respondió a su pregunta cuando creó la contestadora que tenía grabadas las direcciones de los teléfonos de clientes fidelizados.

Fue toda una novedad y las primeras pruebas mostraron que la gente se sorprendía cuando la contestadora sabía dónde se encontraba el cliente. 'La reacción de los que llamaban era colgar y no marcar las opciones'. En la voz de Alfredo Tapia se escuchaba: 'Gracias por llamar al 322' y continuaba el mensaje: 'Usted se encuentra en la carrera 72 con calle 54. Si desea un servicio marque 1…'.

'Estuve a punto de retirar el contestador, pero los clientes después entendieron que era una máquina', aclara el empresario. El software se llamaba IBR, pero Alfredo Tapia le llamó Carmen, porque después de su voz, se escuchaba la de una mujer. Carme traduce Central Automática de Recepción de Mensajes. Fue una creación que no fue patentada y asegura que una multinacional sí lo hizo y la llevó a otras ciudades del país.

Un viaje a Inglaterra, donde conoció cómo los taxistas tenían una comunicación desde su central a través de datos, aguijoneó su espíritu de innovar y trajo la idea para acabar con el ruido de los radioteléfonos. 'Se utilizaron unos aparatos grandísimos, hicimos pruebas con dificultades y con algunas terminales instaladas al vehículo. Todo llevó a lo que hoy vemos a través del sistema satelital y el 322'.

Después, en 2011 lanzaron la primera aplicación en el país para el servicio de taxis y teléfonos móviles. El modelo fue para BlackBerry. 'El reto del futuro es enfrentar la exigencia de un público que pide mejor servicio y de taxis de lujo, que aspiramos a ingresar pronto', concreta.

PERÚ, UNA TAREA QUE SE HIZO

La internacionalización de la empresa empezó en Perú. Desde 2009, Auto Taxi Satelital está con el 355 en Lima. El primer intento fue en 1998, pero Tapia dice que había quedado una tarea. Desde hace seis años han logrado 3.500 taxis afiliados y servicios entre 4,6 millones y 6,4 millones.