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Si usted es de los que tiene un récord crediticio en cero, necesita marcar los primeros puntos de una vida financiera y, además, necesita de un crédito de consumo pero con una tasa cómoda y más baja, una de las modalidades que recomiendan las entidades financieras es la libranza.

José Casares, un empleado de una empresa en Barranquilla, admitió que por primera vez empezará su vida crediticia y lo hará por esta modalidad que es uno de los productos con más solicitudes en el país gracias a que permite adquirir productos, servicios financieros y bienes de cualquier naturaleza con menos trámite, libertad para seleccionar entidad financiera y un tope máximo de descuentos por nómina.

'La entidad bancaria a la que solicité el préstamo en efectivo de un millón de pesos, le pedí mucha información para elegir y me decidí por la libranza, porque se congela la tasa de interés durante un año hasta pagar el crédito', cuenta Casares.

Esta característica es una de las que señala la Ley 1527 de 2012, que regula la libranza o descuento directo. 'En ningún caso la tasa de interés correspondiente a los productos y servicios objeto de libranza, supere la tasa máxima permitida legalmente', precisa el artículo 3.2. Y 'que la tasa de interés pactada inicialmente solo sea modificada en los eventos de novación (sustitución de una obligación por otra otorgada, de modo que la primera queda anulada), refinanciación o cambios en la situación laboral del deudor beneficiario, con su expresa autorización', señala el artículo 3.3.

Ese es un atractivo que confirma el tamaño de un mercado nacional que asciende a $49,5 billones, de los cuales 78% es emitido por entidades que están vigilados por la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC). Un 13% se estima que está concentrado en cooperativas y fondos de empleados que son vigiladas por la Superintendencia de Economía Solidaria, y las cajas de compensación. Y 9% es originado por otras cooperativas y sociedades comerciales vigiladas por la Superintendencia de Sociedades.

CÓMO FUNCIONA. Para entender cómo la libranza ha ganado transcendencia en el país y por qué en los últimos meses ha estado en el ojo del huracán desde la intervención de la Supersociedades a empresas que emiten este producto financiero, es importante precisar cómo funciona.

Lo primero es tener en cuenta que la libranza es una modalidad de crédito mediante la cual el deudor, que es el empleado o un pensionado, autoriza a su empleador para que debite de su salario o pensión una cuota mensual.

Este dinero se destina para cancelar el préstamo adquirido con la entidad financiera, también conocida como un originador. De esta manera, la empresa en la que trabaja se compromete a realizar los pagos en los plazos pactados.

Los bancos y cooperativas, que son entidades que están bajo supervisión de alguna de las superintendencias antes mencionada, son originadores que desembolsarán el crédito. El paso siguiente es que se constituirá un pagaré, que es un documento legal mediante el cual la persona se compromete a pagar la suma recibida al titular del pagaré, inicialmente el originador.

Históricamente el sector bancario, de acuerdo con la Asociación Nacional de Entidades Financiera (Anif), ha tenido $36,4 billones de libranzas en promedio con una calidad que supera la del sistema.

A esto se suma que las cifras del departamento de Servicios financieros y no financieros de Bancolombia muestran que la libranza ha venido creciendo a una tasa anual promedio de 17,7% y a junio de 2016 se estima que el saldo de cartera de este producto asciende a $38,7 billones. Esto representa una participación del 37% del total de la cartera de consumo de los establecimientos de crédito, y triplica el saldo de cartera de microcrédito.

Alexandra Taboada, del departamento de Servicios financieros de Bancolombia, precisa que el desempeño histórico de la calidad de cartera (vencida y bruta) de las libranzas en el sistema financiero ha sido superior al compararlo con otros tipos de cartera de consumo.

A julio de 2016, la calidad de cartera de las libranzas ascendió a 2,3%, mientras que la calidad de cartera de productos como tarjetas de crédito, créditos rotativos y libre inversión se ubicó entre 6% y 7%.

Hasta el momento en que el empleador transfiere los recursos al originador todo se hace dentro el marco de la Ley 1527.