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Sería imposible hablar sobre el Caribe colombiano y dejar de lado a su gastronomía. La historia de la región está estrechamente ligada a la cocina y esta a su vez refleja las influencias culturales que se mezclaron en este territorio que recibió con los brazos abiertos a quienes se establecieron en él.

Es precisamente esta condición la que enriquece a la gastronomía costeña y la hace tan variada y apetecida. En ella los emprendedores y amantes de la cocina tienen una oportunidad de negocio en la que pueden dar rienda suelta a su ingenio, creatividad y sazón.

El crecimiento de las empresas del sector gastronómico y su cadena de valor en la región ha sido significativo. Solo en Barranquilla, en el último año se crearon 50 nuevos negocios formales de este sector. Hay espacio para todos, desde los más sofisticados negocios que le apuestan a satisfacer a los más exigentes paladares con arriesgadas e innovadoras propuestas, hasta los establecimientos de comidas rápidas, pasando por las cadenas de comida locales, nacionales e internacionales.

El sector se ha convertido uno de los motores que mueve el crecimiento económico de la región de la mano del turismo y está entre los que generan el mayor número de empleos, especialmente para los jóvenes. De acuerdo con datos de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) Atlántico, se calcula que cada restaurante genera en promedio diez empleos.

Uno de los principales retos que afronta este dinámico sector es la informalidad y para superarlo es necesario un trabajo conjunto del empresariado con el sector público en busca de identificar las estrategias que pueden ayudar a reducir este flagelo. Incentivos tributarios y ajustes normativos serían necesarios para seguir impulsando el crecimiento de los negocios gastronómicos en los que se soporta una buena parte de la economía.