Un soñador Gunter Lachmann caminaba por los alrededores del otrora aeródromo de Las Nieves en Barranquilla y mientras observaba a la flota de LANSA (Líneas Aéreas Nacionales S.A) se dijo así mismo 'algún día tengo que volar un avión'.
Aquella frase lanzada al aire por Lachmann, emigrante judío alemán, encendió los motores de sus sueños. Años más tarde y luego de convertirse en piloto, directivos de la extinta Aerocóndor le propusieron comenzar un negocio para dictar clases a sus empleados, acción que impulsaría su vocación por la instrucción y ayudaría a formar la estructura del proyecto de Protécnica como escuela de aviación.
El año del primer tropiezo fue 1985, pues el cierre de Aerovías Cóndor llevó sus vientos colaterales a la incipiente empresa. Con 51 años de edad y arropado por la responsabilidad de sostener a una familia, Gunter decidió que era la oportunidad de hacer algo diferente, por lo que incursionó en nuevas líneas de negocios con los recursos disponibles.
Siguiendo la estela de su padre en el firmamento, parte de la familia inclina su pasión por la aviación. De esta manera, Bruno, Albert y Jhonny Lachmann comienzan a formar parte del legado familiar tomando cada uno de ellos las riendas de diferentes líneas de negocio.
Ese idilio se vio comprometido un viernes del 2001. Pasado el mediodía, un repentino tornado azotó las instalaciones de la escuela de aviación tumbando 'todo a su paso en cuestión de segundos', relata Albert con ojos acristalados. 'Milagrosamente el tornado se desvió de un avión 727 en mantenimiento del que los mecánicos se habían bajado hacía apenas cinco minutos'. Ninguna de las 150 personas que se encontraban en el lugar resultó herida. 'Hay que comenzar otra vez' fue la frase que un Gunter Lachmann de 75 años tenía en su mente.