En los últimos años, el indicador de pobreza y pobreza extrema en Colombia ha presentado una tendencia positiva: según el Dane, la primera pasó de 10,3% en 2016 a 9,7% en 2017, y la segunda pasó de 3,1% a 2,7%. Este es un indicador general que deja por fuera variables fundamentales en lo que realmente importa cuando se intenta mediar el impacto de la riqueza en el bienestar de la población. Por ejemplo, los niveles altos de concentración del ingreso llevan a que hoy Colombia sea uno de los países más desiguales en la distribución de la riqueza.
Indicadores más dicientes para evaluar el bienestar de las personas se enfocan en el análisis conjunto de cinco variables claves para el desarrollo socioeconómico: distribución equitativa del ingreso, disminución de la pobreza, mayor cobertura y calidad de la educación, mejora del servicio de salud y disminución del desempleo. El Observatorio de Condiciones Socioeconómicas del Atlántico de Uninorte (OCSA) realiza este trabajo para determinar su cumplimiento en las regiones del país.
A pesar de la mejora en desarrollo socioeconómico, en el país aún persisten brechas en comparación con países desarrollados en materia de distribución del ingreso, pobreza y gasto en salud. Leopoldo Gómez, director del OCSA, señala que los Indicadores de Desarrollo del Mundo expuestos por el Banco Mundial muestran que la pobreza monetaria extrema (medida como un ingreso menor a USD1,99 a precios de 2011) ha disminuido claramente a lo largo del tiempo.
Pero, ¿cómo mejorar los niveles de desarrollo? El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sugiere que proteger la primera infancia y a los jóvenes deberían ser los objetivos de política pública para fomentar el desarrollo. De modo que el gasto fiscal del gobierno vaya enfocado a mejorar la calidad del entorno del hogar y la educación para los menores de edad.
Luis Fernando Mejía, director del Departamento Nacional de Planeación (DNP), en el marco de la VIII jornada académica del OCSA de Uninorte, realizada el 23 de abril, dijo que la visión de largo plazo en el país se basa en alcanzar el desarrollo sostenible a través del fortalecimiento de capacidades individuales y la mejora en la productividad de los sectores público y privado. 'Los objetivos del desarrollo sostenible, así como los acuerdos de paz y la agenda de crecimiento verde, guiarán este proceso', agregó.
Pilares para el desarrollo. De acuerdo con Mejía, para el cumplimiento de las metas de desarrollo sostenible en Colombia a 2030 se requiere fortalecer las capacidades individuales, reducir la pobreza multidimensional (pasar de 17,8% en 2018 a 8,4% en 2030), donde la población pobre en zonas rurales sea el foco de atención de política.
Así mismo se debe trabajar en reducir la mortalidad materna (pasar de 51 decesos por cada 100 mil nacidos en 2018 a 32 en 2030), a través del fortalecimiento de las políticas de salud para la población rural y rural dispersa. Por último, Mejía destacó el incremento del acceso a la educación superior (57% en 2018 a 80% en 2030), aumentando las matrículas para educación técnica y tecnológica, al igual que alinear las capacidades y habilidades con las necesidades productivas y sociales del país.
Para Leopoldo Gómez, los indicadores en salud y educación muestran un panorama alentador. La prevalencia de malnutrición en menores de 5 años, por ejemplo, disminuyó claramente. Sin embargo, en educación el porcentaje de gasto gubernamental con respecto al PIB sigue siendo bajo (llegó a 4,49% en 2015). 'No es sorprendente entonces, que la razón estudiante profesor en Colombia no haya disminuido ni a nivel de educación primaria, secundaria o terciaria'.
En cuanto a la mejora en la productividad del sector privado, Mejía plantea aumentar el acceso a internet para lograr cobertura toral en 2030 y aumentar la formalización laboral hasta llegar al 60%.
Diana Reyes, jefe de la oficina de proyectos de la Cámara de Comercio de Barranquilla, sostiene que, si bien Colombia ha mostrado variaciones positivas en su producto, es importante dirigir esfuerzo hacia los otros factores determinantes de la pobreza, como la educación y la calidad de las instituciones.
Por último, Gómez hace énfasis en que de la mano del crecimiento económico debe haber políticas públicas redistributivas. 'El crecimiento económico por sí mismo no garantiza que las condiciones socioeconómicas mejoren'.
Falta mucho por hacer: Análisis de Leopoldo Gómez, director del OCSA Uninorte
Aún si se reflexiona que el DNP tiene incentivo a mostrar únicamente indicadores sobre el aspecto positivo de las cosas, es justo señalar que también bases de datos internacionales, como las del Banco Mundial, señalan que se ha reducido la pobreza y han mejorado algunos indicadores de salud en Colombia. Sin embargo, aún se está muy lejos de lograr construir un país con genuinas condiciones socioeconómicas de calidad para todos los ciudadanos. La tasa de formalidad de 46%, por ejemplo, es aún muy alta.
La tasa de pobreza multidimensional de 17,8% también: significa grosso modo que uno de cada cinco colombianos es pobre. Esto sería simplemente inaceptable en cualquier país desarrollado.
Datos respecto a la calidad de la educación tampoco señalan que las cosas estén tan bien. Según el Banco Mundial, la ratio estudiante/profesores no ha mostrado una reducción, es decir, no hay menos estudiantes por profesor en Colombia. Ha habido avances, nadie lo niega, pero aún falta mucho por hacer.