Después de casi cuatro años de negociaciones de paz, aparece una potente luz que reaviva las esperanzas de muchos colombianos. Las delegaciones del Gobierno y la guerrilla de las Farc, anunciaron que llegaron a un acuerdo para ponerle fin a la guerra que ha desangrado el país por más de 50 años.
Todavía quedan aspectos por definir en el proceso para concretar la firma del acuerdo final, pero el punto que será oficializado hoy, era uno de los más espinosos, el punto de fuga de los diálogos y uno que revestía enorme interés público: el cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, así como la dejación de las armas.
Con esas escuetas palabras describieron Gobierno y Farc, en un comunicado conjunto, el pacto que sellarán hoy. Aún falta por conocer el texto completo, pero el solo anuncio evidencia la importancia de lo que quedará establecido allí. No es otra cosa que el compromiso de que terminan las acciones bélicas de lado y lado; y, con esto, la guerra que a lo largo de todo el territorio ha hecho víctimas a varias generaciones de la población civil.
Todavía está pendiente definir cómo será la desmovilización, cuáles serán las zonas de concentración de las tropas guerrilleras y qué pasará con las armas entregadas. Se espera que esos detalles sean divulgados hoy, en un acto al que asistirá el presidente Juan Manuel Santos y que contará con pleno respaldo internacional, encabezado por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon.
Por cuenta del conflicto más longevo en el hemisferio, hoy son mayoría los colombianos que no han vivido ni un solo día de paz.
Se hicieron sentir en una etiqueta que refleja un viejo clamor nacional que hoy late con más fuerza, y ha cobrado vigor como motor de transformaciones: #ElÚltimoDíaDeLaGuerra. Más allá del optimismo de algunos y el pesimismo crítico de otros, refleja un antiguo anhelo que se ha visto frustrado durante años.
Como muchos señalan oportunamente, para que el acuerdo con las Farc signifique que acaba totalmente la guerra deberá venir acompañado de transformaciones estructurales y esfuerzos concomitantes con otros grupos. Es cierto que esta guerrilla no es el único actor de la guerra, pero sí el principal.
Por eso, y por mucho más; este es un gigantesco paso en el propósito de hacer de Colombia un mejor país; un país en paz, cuyos habitantes puedan gozar de la tranquilidad, en el campo y en las ciudades, de que los años de la violencia pasaron a formar parte de la historia.
Cabe esperar, además, el proceso de refrendación. Tal como se anunció desde el principio, los acuerdos de La Habana serán sometidos a la aprobación de los ciudadanos.
Será tarea del Gobierno esmerarse con una gran campaña en la que explique, con claridad y suficiencia, por qué es importante apoyar el fruto de los diálogos. Existen muchas objeciones a determinados puntos acordados que merecen respuestas argumentadas, antes de que se celebre la consulta popular. El mejor modo de construir la paz es convenciendo a la inmensa mayoría -y si es posible a todos- de los beneficios y la solidez ética de la propuesta.