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Las declaraciones del gerente de Desarrollo de Ciudad y alcalde encargado, Jaime Pumarejo, alertando de que Coldeportes no ha girado hasta el momento “ni un peso” a Barranquilla para la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2018, no pueden ser más preocupantes.

El denominado Plan Maestro señalaba que los Juegos iban a tener un costo de 613 mil millones de pesos, de los cuales el Gobierno central aportaría el 70%, el Distrito un 25%, y la Gobernación el 5% restante. Más adelante se anunció un hachazo al presupuesto nacional, y la aportación del Estado se redujo a $140 mil millones.

El hecho es que el ente nacional de deportes no solo no ha girado ni un solo peso a Barranquilla, como señaló Pumarejo, sino que ni siquiera ha definido el convenio que regiría su participación en la financiación y organización del evento.

De momento, los proyectos se vienen desarrollando con recursos propios del Distrito y, en menor medida, de la Gobernación. Y las autoridades locales sostienen que las justas se van a desarrollar contra viento y marea. Pero, en las actuales circunstancias, sería muy aconsejable dejar muy claro a la ciudadanía qué se pretende hacer, cómo se van a sufragar los gastos y qué alternativas hay en el caso de que el Gobierno central incumpla su anunciado compromiso de apoyar los juegos de 2018.

La organización de un acontecimiento deportivo de proyección internacional como lo son los Centroamericanos es un asunto muy importante para cualquier ciudad. No solo por las posibilidades económicas que abre un evento de gran envergadura, sino, sobre todo, por el impacto que tiene en la construcción de infraestructuras modernas para que la sociedad, en especial la población juvenil, puedan ejercitar el deporte en un entorno más estimulante.

Los Juegos Centroamericanos y del Caribe constituyen una oportunidad de oro para la ciudad que los barranquilleros, con sus dirigentes políticos y empresariales a la cabeza, no pueden dejar escapar.

Lo primero que hay que hacer es clarificar el escenario, de modo que los ciudadanos entiendan, con argumentos convincentes, cuáles son los retos y beneficios de hospedar los juegos. Al mismo tiempo, resulta perentorio que los líderes políticos y empresariales unan esfuerzos para hacer sentir su voz ante el Gobierno central, de modo que empiece a concretar su compromiso de implicarse a fondo en la organización del evento.

Quedan dos años para la celebración de los Juegos, y existe entre muchos ciudadanos la percepción de que las cosas no marchan con la celeridad requerida. Sería importante saber qué tiene en mente la nueva directora de Coldeportes, Clara Luz Roldán.