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Más que un equipo, el Junior se ha convertido en símbolo de una Región. 11 entran a la cancha, pero detrás hay miles que llevan años vibrando con sus gestas, derrotas y victorias. Miles para los que la palabra “tiburón” ha cobrado significado como elemento de identidad y unión, y que aunque se encuentren en distintos lugares del mundo hoy volverán a palpitar como un solo caribe rojiblanco.

Luego de una campaña marcada por altibajos, el equipo comandado por el barranquillero Alexis Mendoza disputa hoy el partido de vuelta por la final de la Liga Águila I ante el Deportivo Independiente Medellín. Junior no consiguió sacar ventaja de local en el Metropolitano y llega al encuentro en Medellín empatado a 1, pero como ha demostrado la historia juniorista ese resultado no es desventaja y solo es sinónimo de que todo sigue en juego.

Es la tercera final que alcanza el equipo costeño en un año y medio bajo la conducción técnica de Mendoza, con el cual ya alzó el título de la Copa. Junior se consolida como el segundo club que más veces ha llegado a esta instancia desde la instauración de los torneos cortos en el fútbol colombiano. Un mérito destacable, en vista de que la afición del equipo conocido como ‘Tu papá’ siempre lo quiere ver protagonista. La continuidad del técnico, pese a todo lo que tiene por mejorar, ha sido clave.

Un Junior líder y aguerrido, desplegando buen fútbol y combatiendo por los primeros lugares del país, tiene otros impactos que trascienden lo deportivo. La fiesta, por ejemplo, mueve el consumo y la economía lo agradece.

Y cuando la pelota rueda victoriosa, se fabrican mitos. Así, este Junior es también un modelo para la juventud; una plataforma para mostrarles a las nuevas generaciones a dónde pueden llegar con el deporte, rindiéndoles tributo a los rasgos de su cultura caribe. Teófilo y Bacca aparecen como los referentes más cercanos e inmediatos, pero hay otros que ya están escribiendo sus leyendas. Nuevos ídolos para los jóvenes, ídolos propios que pudieron superar las presiones del entorno. Al desplazar otros referentes –musicales y televisivos– que siguen instalados en la violencia, esta es una idolatría que puede contribuir a una mejor sociedad.

El protagonismo puede considerarse objetivo cumplido para Junior, pero es apenas la mitad de la tarea. Algunos hinchas reclaman, con mucho de razón, que de nada vale llegar a finales si no se ganan.

Tras una agónica clasificación en la que dejó en el camino a rivales como Millonarios y Nacional en sendas tandas de penales, otros junioristas sostienen que esta temporada ya puede considerarse exitosa.

Lo cierto es que Mendoza y el equipo que lo acompaña tienen hoy una nueva oportunidad de superar el gran reto que les hace falta: bordar en el escudo esa octava estrella que ha sido tan esquiva. Llegan con mayor madurez que en las ocasiones anteriores, y es momento de que esa jerarquía salga a relucir en el terreno de juego.

Sea cual sea el resultado de hoy, ya hay ganancia. Pero surge, como reto inmediato e inaplazable, que la nómina se refuerce bien para la próxima temporada, para que el protagonismo pueda mantenerse en los escenarios internacionales y se subsanen falencias que se han hecho evidentes en los últimos partidos.

No espera otra cosa la hinchada. Como siempre, estará acompañando a los tiburones y gritando sus nombres: Vladimir, Jarlan, Aguirre, Viera, Narváez, todo el equipo. En sus hombros está el desafío de brindarles la mayor alegría y cumplir por fin la tarea final. Ya es hora.

Esa afición que, ya sea en el estadio o en las redes sociales, se une bajo el grito #JuniorDelAlma, sabe que no puede esperar que sea sin sufrimiento. Las victorias de Junior siempre implican cierta épica, que mantiene a los corazones rojiblancos al borde del estallido hasta los últimos minutos.

Solo queda esperar que hoy sea una tarde como las descritas por el Nobel de literatura peruano Mario Vargas Llosa. “Esas tardes en que no los pies sino el corazón mete los goles y que se recuerdan después como una de esas experiencias que nos reconcilian a nosotros, los hinchas pobres diablos, con la vida”.