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Pocos personajes encarnan tanto, y tan bien, la esencia barranquillera, el alma barranquillera, el espíritu de esta ciudad caribeña, su idiosincrasia festiva, como esa extraordinaria mujer que es Esthercita Forero, nuestra legendaria cantautora de 91 años que, desde hace días, está internada en una clínica local por el agravamiento de sus quebrantos de salud.

Desde entonces el país y la ciudad han seguido, paso a paso, la evolución de su estado que, de acuerdo con los partes médicos, se define como estable dentro de un cuadro crítico general.

Nacida el 10 de diciembre de 1919, Esthercita cumple este año 92 años. Una larga vida, y muy intensa en creatividad. Los perfiles biográficos acerca de ella destacan que comenzó a cantar a los 4 años en tertulias familiares y en teatros de la ciudad. Debutó a los 14 en La Voz de Barranquilla y cuatro años después empezó giras por el país.

En Bogotá, actuó en la Media Torta, en teatros y emisoras. A los 23 realizó su primera gira por el exterior: estuvo en ciudad de Panamá en Radio Estrella. A los 26, marchó a Venezuela y luego a Santo Domingo donde compuso su primera canción: Santo Domingo, que se convirtió en el segundo himno de República Dominicana.

A los 31, Esthercita grabó con el prestigioso compositor Rafael Hernández varias canciones de gran impacto en Puerto Rico. En Cuba hizo trabajos con la orquesta de Pancho Portuondo y en 1952, a los 33 años, se desplazó a Nueva York donde divulgó sus canciones y grabó con el pianista y compositor René Touzett.
Esthercita retornó a Colombia en 1959, tras diez años de actividades promocionales de la música Caribe en el exterior, y desde entonces empezó a grabar —a lo largo de varios años— con Pacho Galán, Nuncira Machado, Aníbal Velásquez y Clímaco Sarmiento, y junto a las voces de Gabriel Romero, Alfredo Gutiérrez y Joe Arroyo.

En 1975, grabó Érase una vez en la Arenosa que recoge la historia de Barranquilla.

Esthercita ha recibido múltiples homenajes, medallas, pergaminos, placas y trofeos, y de Sayco recibió la Orden de Santa Cecilia. En 1998, fue condecorada por el Ministerio de Cultura, y luego la Cámara de Representantes le concedió la Orden Policarpa Salavarrieta en el grado de Comendador.

Del repertorio de composiciones de Esthercita sobresalen temas inmarchitables como La Guacherna, Luna barranquillera, Volvió Juanita, Palito e matarratón, Tambores de Carnaval, Nadie ha de saber, El hombre del palo y Mi vieja Barranquilla, entre otros.

La Guacherna, el multitudinario y bullicioso desfile de la temporada de Carnaval, que ella ha presidido durante décadas como reina natural e insuperable, y aún con sus quebrantos de salud en los últimos años, es una de sus más citadas invenciones. Y hablar del Carnaval de Barranquilla es hablar de Esther Forero, de la letra de cada una de sus canciones, de su alegría, de su entusiasmo, admirable todo esto en una mujer desprendida de apegos a lo material, que ha vivido fundamentalmente para dar amor a Barranquilla. Por supuesto, siempre ha sido correspondida, como ha podido evidenciarse en estos días en que se han organizado cadenas de plegarias para rogar por su restablecimiento.

Sorprendente que días antes de caer en el sueño profundo en que está hubiese tenido Esthercita el ánimo y la fortaleza para recorrer, en el Día de las Madres, algunos lugares emblemáticos de la ciudad como la restaurada Plaza de San Nicolás, el Parque de los Músicos y la Estación del Transmetro que lleva su nombre.

Pero la ciudad se resiste aceptar que haya sido tan sólo el presagio de que su final estaba ya muy cerca. El anhelo general —pues de cierto modo la vida de Esthercita está ligada al devenir diario de la ciudad— es que la novia de Barranquilla se restablezca y pueda seguir acompañándonos por mucho tiempo más. Por unos Carnavales más. No son prometedores los informes neurológicos de los médicos, pero la ciudad guarda la esperanza en la recuperación de esta siempre infatigable y vigente mujer creadora que tanto ha impactado la vida cultural de Barranquilla. Nos sumamos editorialmente a las plegarias por su salud, al tiempo a que conminamos a la ciudad a que la atención que ella recibe por estos días sea motivo de reflexión frente al olvido en que tenemos a nuestro talante romántico.

Mercadito de Boston: 9 años después

Noticia frecuente de los últimos años ha sido ésta del Mercadito de Boston a la cual EL HERALDO le ha dado un especial seguimiento. El estado actual del proyecto habitacional allí concebido, y a cargo de la familia del ex concejal Iván Osorio, muestra que aunque ha habido cerramiento, remoción de tierra y hasta preventa de apartamentos, aún no se perfila la edificación. La historia del proyecto se remonta a abril de 2002 cuando mediante la Escritura Pública 838 de la Notaría Séptima de Barranquilla se protocolizó la venta del inmueble por parte de Edubar. Aún se discute si se trata de un bien de uso público, cuya venta está prohibida, o si se trata de un bien fiscal que sí es transable como cualquier bien privado. Sobre esto hay diferencias conceptuales aún no resueltas.

Otro de los temas polémicos alude a una cláusula contractual de acuerdo con la cual si el proyecto habitacional no se ejecutaba en el plazo de un año el inmueble retornaba a las manos del propietario original. Sin embargo, es un hecho de público conocimiento que el Distrito tuvo serias dificultades para proceder a la entrega del lote por la demora en los acuerdos con los pequeños comerciantes allí ubicados y que persistían en no abandonar sus colmenas. Respecto al valor total del inmueble negociado y a los pagos efectivamente realizados por el comprador, Edubar le está debiendo a la ciudad una explicación.